Fina es una persona con gran sentido del humor.
Enjabónate con Fina es un nombre muy sugerente para un negocio tan espumoso (perdón por la literatura barata). Fina es una mujer que no necesita quien le venda sus jabones. Ella lo domina a la perfección: “Mi nombre es Fina (Josefina) y me dedico a hacer unos jabones maravillosos y estupendos para cuidar la piel. Y en función de las necesidades, hago diferentes tipos. Y hago especial hincapié en que garantizo que no llevan más que aceite de oliva virgen extra y hierbas en su mayoría cultivadas por mí o procedentes de alguna persona de confianza”.
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¿De qué modo la plataforma Slow Fashion Spain divulga al consumidor la importancia de vestir prendas creadas a partir de materiales sostenibles?
Slow Fashion Spain está trabajando con empresarias en tres áreas. La primera es la formación: hacer que conozcan los criterios básicos e importantes. La segunda, la divulgación: informar al diseñador y al consumidor. Y, por último, el networking: poner en contacto a la gente que ya está trabajando con estos conceptos con el diseñador que está empezando en lo sostenible. El diseñador es la figura que puede estimular el consumo de prendas sostenibles. Su marca puede tener un valor diferenciador con estos criterios.
¿Qué porcentaje de las prendas que se venden en nuestro país pueden calificarse como “sostenibles”?
Eso es muy difícil. Este movimiento es emergente, está empezando y, además, en nuestro país el textil está muy pervertido. Somos la cuna de varias de las cadenas textiles mundiales, como por ejemplo Inditex, Mango, Cortefiel o Desigual. Este mercado tampoco tiene una conciencia especial por la sostenibilidad. Entonces, las marcas que están empezando son casi héroes. Nos falta estructura, y eso es un poco lo que pretende crear Slow Fashion Spain, fomentar la interacción para que esa cultura se dé.
¿Estamos concienciados los españoles de que tenemos que consumir de una forma más responsable?
En lo que es ropa, yo he visto bastante cambio en los tres últimos años. Hay campañas, a partir de situaciones tan terribles como lo que sucedió en el Rana Plaza de Bangladés el año pasado. Por esa parte social, se ha despertado bastante conciencia. El problema es que si no conozco otras alternativas, y las pocas que hay no tienen fuerza, pues me compro la prenda y ya está. Es normal que el consumidor funcione así y no debemos juzgarle. Sí que hay un mínimo de gente muy concienciada que va buscando este producto, pero no es el generalista.
Ha habido campañas muy buenas como Ropa Limpia y Detox, que hay que apoyar. Pero las compras se utilizan como válvula de escape y, unido al momento tan duro que tenemos, si alguien puede comprarse varias camisetas por cinco euros, pues lo va a hacer. La información que yo estoy dando no llega aún a ese tipo de consumidor. Lo que sí existe es una corriente que la consultora internacional TrendWatching ha llamado “consumo sin culpa”, que lo que yo haga como consumidor no influya de manera negativa. Me parece muy interesante como tendencia masiva, que los diseñadores pueden adaptar fácilmente. Son prendas más caras, de algo más de 20 euros, que te compras y te permiten irte tranquilo a casa, porque se han producido con unos estándares éticos, se ha cuidado el medio ambiente y respeta las condiciones de trabajo de quienes las han fabricado.
¿Qué opinan de la sostenibilidad las grandes empresas fabricantes? ¿Notáis un cambio de rumbo?
Hay una mayor conciencia y cultura medioambiental. Estas cosas se tienen que vivir desde la escuela. En los países del norte de Europa se da más que en los países del sur. Yo creo que la clave es cambiar el foco, ir hacia una economía circular que lleve a las empresas del producto al servicio, que cuando se ponga un producto en el mercado se recoja al final de su ciclo de vida. No se trata de salvar el mundo, sino a nuestra especie.
¿Existe algún tipo de sello fiable para que el consumidor pueda identificar las prendas que han sido elaboradas de un modo sostenible? ¿Crees que serviría para algo?
Las marcas que producen ropa sostenible están creando productos que tienen un valor añadido, que es no contaminar. Un sector clave es el de la ropa para niños. Ellos, a diferencia de nosotros, han nacido en un mundo lleno de químicos, que les afecta a muchos niveles. El consumidor tiene que entender que estas marcas nos dan una respuesta que nos beneficia, y que son el eslabón que necesitamos para que esto salga adelante.
¿Te alimentas de forma ecológica?
Sí, pero llevo una vida muy ajetreada y no siempre estoy en casa para recibir la caja de productos ecológicos, por lo que ahora consumo en las tiendas del barrio, aunque no todo lo que encuentras en esas tiendas es ecológico. Soy vegetariana y conozco muy bien lo que es la alimentación ecológica, pero a veces es difícil conseguir que todo lo que comes sea ecológico.
¿Por qué crees que no está más extendido el consumo de productos ecológicos en España?
Yo creo que no es cómodo encontrar estos productos habitualmente. Para mí, hay herramientas que no se están utilizando para hacer llegar esto a un mercado más masivo. Leo un montón de libros, pero tenemos que ser conscientes de que el mercado es el que es, que la gente quiere comprar productos que creen una imagen. En este sector, en mi opinión, hay una creencia de que el dinero es algo sucio, un cierto buenismo que no consigue ilusionar a los clientes. Para ello hace falta talento y trabajo, conocer cómo piensa el consumidor, crear mercados y buscar nuevos caminos.
¿Cómo es un día cualquiera de trabajo para Gema Gómez?
Trabajo incluso los fines de semana, no paro de viajar. Doy clases en la Universidad, charlas en diferentes partes de España y América. No tengo un día normal, una rutina establecida. Y además, soy madre, con lo que me considero más bien una acróbata.
¿Existe la etiqueta ecológica para la ropa?
Sí. La más conocida es la GOTS (Global Organic Textile Standard). Es la que más me gusta, porque creo que es la más potente a nivel mundial y la que utiliza criterios más interesantes.
¿Crees que tiene el ciudadano medio español suficiente información para optar libremente por reducir el impacto de sus actividades?
Es posible que tenga información, pero no se crea cultura. Para mí, hay una diferencia. Pienso que es un esfuerzo que debemos todos. Si cada uno echa balones fuera, si no hacemos nuestra parte, esa cultura no se va a crear. Los mensajes son muy confusos.
¿Cómo imaginas el futuro del planeta en la próxima década?
Yo lo imagino positivo, por eso estoy haciendo todo esto. Yo creo que las nuevas generaciones tienen mucho talento, carecen de todos los prejuicios que tenemos los más mayores. Para mí, el mundo no lo va a cambiar el buenismo, sino el talento. Los niños que están naciendo ahora, pertenecen a familias que potencian ese talento, ese desarrollo, y esto es lo que va a cambiar el mundo. Mi hijo me conecta mucho con la vida; también los chavales a los que doy clase. Sé que son ellos los que van a empezar, los que están haciendo cosas muy creativas. Y empieza a haber estructuras que apoyan esa creatividad. El cambio lo van a hacer ellos, lo que pasa es que los dinosaurios de las administraciones no permiten que esto se desarrolle.
¿Qué podríamos hacer para reducir el impacto de la fabricación, uso y desecho de estos artículos?
Hay una corriente que se llama upcycling. Para mí, esta es una solución alternativa, de final de tubo. Nos permite alargar la vida de materiales que, de otro modo, irían al vertedero o a la incineradora. Es una solución intermedia. Pero creo que el camino pasa por una economía circular, pasar del producto al servicio, y responsabilizar a la empresa de los materiales. Hay materiales que pueden aprovecharse, como los posos de café que se utilizan para cultivar hongos; pensando en ese tipo de economías, que el residuo de uno es materia prima para otro, creo que se puede conseguir.
En una prenda, la mitad del impacto se produce en la fabricación y la otra mitad en el uso. Creo que hay que concienciar a la gente para que lave solo cuando la lavadora esté llena, con menos temperatura, con detergente ecológico y secar la ropa al aire. Creo que esta pedagogía también hay que hacerla.
SI QUIERES SABER MÁS:
Slow Fashion Spain
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La feria de artesanas de la Comunidad de Madrid, organizada por FADEMUR, reunió en Miraflores de la Sierra a un grupo de mujeres emprendedoras y empresarias del medio rural. Ecología Cotidiana entrevistó a algunas de ellas. Esto es lo que comentó Ángela Pañeda:
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La feria de artesanas de la Comunidad de Madrid, organizada por FADEMUR, reunió en Miraflores de la Sierra a un grupo de mujeres emprendedoras y empresarias del medio rural. Ecología Cotidiana entrevistó a algunas de ellas. Esto es lo que comentó Clara Isabel García:
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La feria de artesanas de la Comunidad de Madrid, organizada por FADEMUR, reunió en Miraflores de la Sierra a un grupo de mujeres emprendedoras y empresarias del medio rural. Ecología Cotidiana entrevistó a algunas de ellas. Esto es lo que comentaron Concha y Ana García Tudanca:
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El jardín del Convento es uno de esos lugares en los que todos los detalles y atenciones te invitan a quedarte y disfrutar de la paz y del encanto del alojamiento, sobre todo del jardín que le da nombre. Este pequeño hotel rural, que cuenta con tan solo siete habitaciones, es una casa situada en Hervás, localidad cacereña situada junto al camino de Santiago por la vía de la Plata.
Fácilmente accesible desde la autovía de la Plata, la villa de Hervás cuenta con una hermosa judería, junto a la que se encuentra esta casa rural. El edificio orienta hacia el sur una amplia galería comedor acristalada, lugar destinado a los magníficos desayunos con productos ecológicos de la propia huerta, desde donde es posible también observar el bello jardín y disfrutar de la lectura y la música, tan bien escogida por Carlos Fernández Neila, director de este establecimiento.
Carlos tiene una mirada escrutiñadora pero agradable y un discurso afable. Su gran pasión es el jardín, un espacio vivo que cuida y disfruta, abierto a los clientes para contemplar los bellos setos de boj, pasear por sus cuidados caminos y pisar el alfombrado césped sobre el que se ubican las sillas y mesas de madera en las que me encuentro disfrutando de su conversación. Al final del jardín, la huerta y la sierra de Hervás, delimitando la línea de horizonte bajo un cielo azul salpicado de nubes.
Carlos Fernández Neila, director del hotel rural El Jardín del Convento, en la sala que mira al jardín.
¿Cómo es un día cualquiera en “El Jardín del Convento”?
Yo me levanto a las 7 de la mañana, y mi tarea es montar el buffet y organizar el desayuno. Luego ya baja mi mujer o algún apoyo más y terminamos de dar los desayunos. Al finalizar, mi hijo se encarga de recoger y quitar las mesas, y yo me ocupo de otras tareas de gestión. Cuando el resto de las tareas me lo permite, me ocupo del jardín hasta el final de la mañana.
Por las tardes, tenemos distribuidos los turnos de guardia para atender clientes y atender el teléfono. Somos tres en la casa y nos vamos turnando en esas tareas.
¿Cómo surgió la idea de crear esta casa rural?
Somos una casa rural, pero funcionamos como un hotel ya que damos desayunos y arreglamos las habitaciones, si bien no contamos con servicio de bar ni servicio nocturno de recepción. Pero siempre hay alguien en casa atendiendo.
Esta era la casa familiar de mi mujer y sus antepasados. Aquí hemos vivido siempre y han nacido nuestros hijos. Yo, desde jovencito, sentía pasión por este jardín y comencé a ocuparme de él antes de casarme.
Yo trabajaba de profesor en el instituto local, en el que estuve de profesor durante diecinueve años, hasta 1997. Una reconversión de los centros docentes de Hervás por aplicación de la LOGSE provocó el cierre de nuestro centro municipal de Bachillerato. Yo tuve la posibilidad de seguir enseñando fuera de aquí, pero no quise dejar Hervás, que es el pueblo donde nací y crecí. Entonces se nos ocurrió esta idea de recuperar la casa familiar.
Era complicado, porque estaba en muy mal estado, muy abandonada y necesitaba una inversión muy fuerte. La apuesta era un poco aventurada, porque no tenía ahorros ni recursos y el despido fue un poco miserable, por lo que la inversión fue con créditos bancarios. La idea principal era conservar al máximo la estructura de la casa. Estaba muy bien hecha y los elementos estructurales estaban muy bien, pero necesitaba una reconversión para su nueva función como hotel. Introdujimos elementos que no existían, como calefacción y cuartos de baño individuales en cada habitación, además de las instalaciones de luz y agua nuevas. También hubo un proceso delicado, laborioso y costoso de recuperación de los elementos de la casa, porque la idea era mantener el espíritu de la misma, puesto que entendíamos que tenía valores que encajaban con el destino de este proyecto. Las estructuras de madera, las puertas, muchos suelos y el mobiliario son los originales de la casa.
¿Qué presupuesto fue necesario para poner en marcha la casa rural? ¿Está siendo rentable?
La casa se empieza en octubre 1999 y se termina la puesta a punto en verano de 2001. La inversión inicial debió ser en torno a los cincuenta y tantos millones de pesetas (algo más de 300.000 euros). Pero no paramos de hacer cosas y hemos invertido hasta hoy mucho más dinero.
En cuanto a si genera beneficios, aún no los tenemos, puesto que estamos pagando aún los préstamos hipotecarios; nos quedan como unos ocho años. Además, como mi actitud es seguir haciendo cosas, nunca hay beneficios claros. Todo lo que sacamos es para vivir nosotros y reinvertir en mejoras para la casa.
¿Recibieron algún tipo de ayuda económica del Ayuntamiento o del Gobierno de la Comunidad…?
Recibimos, en la fase inicial, ayudas de una asociación de desarrollo local, llamada DIVA, también de la Consejería de Turismo. Pero supusieron un porcentaje relativamente pequeño.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos en esta empresa? ¿Cuáles las recompensas?
Obstáculos hemos tenido como cualquier persona. Soy una persona muy exigente y, en una obra delicada como esta, tuve que mantener a raya al constructor y sus operarios. Además, dada nuestra dedicación, la casa nos absorbe mucho tiempo y energía. Llevamos años sin poder tomarnos unas vacaciones, porque la casa funciona bien pero todo lo que da es necesario.
La parte positiva, interesante, de la casa es que consigues unos resultados muy gratificantes. La casa es apreciada, la gente se encuentra muy a gusto. Los clientes muestran un gran reconocimiento de las condiciones de la casa. El hecho de que el jardín sea un elemento clave del hotel permite destinar una parte importante de los recursos a su mantenimiento. El jardín está vivo y es un elemento muy valioso, que nos encanta a todos. La recompensa es que el usuario se encuentre a gusto, por lo que tú también te sientes a gusto.
¿Qué supone “El Jardín del Convento” en la economía de Hervás? ¿Cuántos empleos directos e indirectos han creado?
Hervás es un pueblo que en el pasado vivió del sector textil (siglo XIX hasta mediados del XX). A la muerte de este sector, vivió de la industria de la madera hasta los últimos 10-20 años; las fábricas de muebles y la construcción se vinieron a pique. El turismo se ha convertido en la industria más importante de la economía local; es posible que represente alrededor del 70% del producto interior bruto. Nuestros clientes también visitan los bares, restaurantes y tiendas de Hervás, por lo que hay un efecto de implicación económica de toda la población que depende del turismo. Esta casa es una más de los muchos alojamientos que hay en Hervás, clave de la economía local.
En la rehabilitación del antiguo edificio se han instalando elementos que permiten una reducción del consumo energético. ¿Qué beneficios supone la arquitectura bioclimática de cara al ahorro y también al confort de los huéspedes?
La cubierta de la casa cuenta con un aislamiento de corcho natural triturado que permite al edificio transpirar. También cuenta con placas solares, instaladas en el huerto, que proporcionan una parte importante de la energía térmica necesaria para el agua caliente sanitaria y la calefacción.
La arquitectura bioclimática permite un mayor confort, porque las oscilaciones térmicas no son importantes. El ahorro energético también debe ser importante, pero yo no hago esas cuentas. Apuesto por la estructura bioclimática por convicción, casi por ideología, pero no es una cuestión económica la que me mueve. A largo plazo, seguro que hay un ahorro energético, pero hacer cuentas no es una prioridad para mí.
El jardín cuenta con una huerta de cultivo ecológico. ¿Qué productos obtiene y por qué la apuesta por lo ecológico?
Yo siempre he defendido los productos naturales. Es una cuestión de creer en los beneficios de los productos libres de químicos. Seguramente habrá una base científica, pero ahora mismo no puedo demostrar por qué son mejores los productos ecológicos. Lo cierto es que hay un reconocimiento de las bondades por parte de la sociedad.
Nosotros solo utilizamos estiércol como fertilizante natural. Yo siempre he cultivado el huerto y atendido el jardín, que he ido transformando (respetando la estructura de los setos de boj originales), añadiendo rosales, perales, camelios, y cada año voy incorporando elementos nuevos, como un pequeño espacio de estar, que yo denomino zen. Este jardín está en perpetua transformación y combina los elementos ornamentales con el huerto. Así, tenemos frutales como el peral, el albérchigo, manzanos, ciruelos, níspero… Y la huerta cuenta con tomates, cebollas, judías verdes, pimientos, berenjenas, calabazas, calabacines, etc.
La tierra es tan fértil y las plantas dan tanto que tenemos que regalar el excedente de producción. Este huerto ha estado siempre cultivado y las aportaciones permanentes de abono orgánico, que ha enriquecido una tierra ya de por sí fértil, da como resultado un terreno excelente para el cultivo.
¿Son caros los productos ecológicos?
No creo que sea mucho más caro. Creo que el consumidor debe valorar la ventaja de comer un producto más sano por un coste un poco superior.
¿Cómo valoran sus clientes el enclave de esta casa, la arquitectura bioclimática y los productos ecológicos?
Hoy día, con la facilidad de contrastar opiniones en internet, estoy convencido (y así me lo manifiestan los clientes que nos visitan) que quien elige esta casa lo hace porque le ofrece garantías de encontrar lo que le ofrecemos. La gente no se siente defraudada, encuentra un espacio hermoso, agradable y auténtico. Para mí, la clave es que no haya una separación entre la expectativa del viajero antes de llegar y lo que se encuentra al llegar. Es frecuente que te comenten que incluso es mejor lo que se encuentran que lo que esperaban. Lo importante es no mentir, ser honesto y ofrecer y presentar lo que hay, sin edulcorarlo o modificarlo.
Mantener un nivel como el que queremos, en esta casa, exige una dedicación constante. El jardín, por ejemplo, requiere la intervención de un jardinero que viene prácticamente todos los días y de mí, que completo su trabajo. Hay que estar pendiente de muchísimos detalles del jardín; y eso, luego, se nota. De estar permanentemente a no estar, empiezan a aparecer síntomas de abandono, dejadez, descuido. Yo vivo aquí y soy el principal usuario de este jardín, el que lo disfruta principalmente. Yo creo que esa es la clave, el producto que tú cuidas por tí y para tí; y eso hace que el cliente lo disfrute como yo lo estoy disfrutando. El hecho de que haya un negocio de por medio, me permite tener el jardín que quiero tener.
¿Están contentos con el nivel de ocupación de la casa? ¿Es mayoritariamente estacional o cuentan con un buen nivel de ocupación la mayor parte del año?
Estamos muy contentos con el nivel de ocupación. Nuestra casa ha ido creciendo, salvado el primer periodo –allá por 2010-2011, cuando hubo un síntoma de caída–, pero después ha ido creciendo. Ahora tenemos un nivel muy alto de ocupación.
Yo creo que es muy posible que tenga que ver con que la gente encuentra algo que le gusta y esto se difunde. El hecho de que todo el mundo tenga acceso a esa información, hace que el cliente se entere.
Booking nos aporta muchos clientes, pero se lleva una comisión importante con cada reserva. Su plataforma es realmente magnífica en cuanto a su sencillez de manejo, comodidad, diseño, etc. En cuanto a las opiniones, el resumen trasluce lo que hay, pero puedes encontrarte con opiniones muy personales de viajeros que pueden criticar el tamaño de las llaves, porque son las originales de la casa y son grandes, o que no tenga ascensor.
Tienen una cuenta activa en facebook, pero no hay muchas publicaciones. ¿Tienen alguna cuenta en otras redes sociales? ¿Le resultan útiles a nivel promocional?
La cuenta de facebook empezó a llevarla nuestra hija, pero exige una dedicación que no podemos darle por falta de tiempo.
Forman parte de Rusticae. En el sitio web, sus fundadores comentan que apuestan por la hospitalidad y los detalles. ¿Qué ventajas tiene formar parte? ¿Alguna crítica?
Rusticae es un club de calidad al que pertenecemos desde hace bastantes años. En su momento, representó una plataforma de conocimiento. La guía Rusticae, donde venían los alojamientos, fue una herramienta importante para que la gente buscase alojamientos con las características que buscaban. Es un club de hoteles pequeños que reúne una serie de parámetros que tienes que cumplir. A partir de ahí, te dan el OK para pertenecer al club. Tienes que pagar una cuota importante por estar ahí. En los primeros años, Rusticae era importante a nivel de promoción. Ahora no lo es tanto. Yo sigo en el club porque es más una cuestión de tipo sentimental. La pertenencia al grupo es cara y hoy la gente no necesita la guía física o la web de Rusticae, hay otros medios. Sí que es cierto que el sello de Rusticae es muy significativo para algunas personas a la hora de elegir. Pero tampoco hago demasiadas cuentas. Me mantengo porque me da pena irme de ese grupo.
Nosotros recibimos casi todos nuestros clientes por Booking. Rusticae redirecciona sus reservas hacia Booking, de tal modo que si entras en Rusticae y quieres reservar en este hotel, te lleva a la web de Booking. Rusticae se dio cuenta que no podía competir con Booking y su fabuloso motor de búsqueda.
La diferencia entre Rusticae y Booking es que los primeros te someten a un control, vienen a ver si el hotel reúne los requisitos que exigen. Pero Booking no hace nada de eso; tú elaboras la información y envías las fotos. Ellos hacen la selección de fotografías pero no contrastan que sea cierto lo que tú cuentas de tu alojamiento, sino que dejan que sea el cliente el que opine y diga si es cierto o no.
¿Qué planes tienen a medio o largo plazo para “El Jardín del Convento”?
Este negocio tiene las dimensiones adecuadas para que podamos controlarlo. Una de las claves de nuestra casa es que sea manejable, desde la gestión familiar que tenemos. Nosotros somos tres personas de la familia, todos implicados, más dos chicas haciendo las habitaciones y el jardinero; en total, seis personas para un hotel de siete habitaciones.
A corto plazo, no tengo planes de ampliación, a pesar de contar con terreno. Ha habido quien me ha comentado que podía construir bungalows, pero no lo contemplo.
Me gustaría que tomase el testigo mi hijo Amós, que continuase con el negocio, porque seguiría siendo el negocio familiar que es, lo conoce perfectamente por estar implicado desde los inicios, pero no sé lo que pasará.
Sobre las demandas de información por parte de los clientes, ¿qué es lo que más solicitan? ¿Qué proporción de clientes elige este destino por su entorno natural?
Fundamentalmente, la gente busca Hervás y su entorno. Aquí recalan clientes mayoritariamente interesados en el senderismo y la naturaleza. Otro polo de atracción es el barrio judío de Hervás. Y, por último, los que también llegan atraídos por la casa.
¿Qué tipo de encantos naturales y culturales presenta Hervás y su comarca?
Hervás, para ser un pueblo pequeño, es bastante dinámico. A pesar de que ya no funcione el cine, contamos con el museo Pérez Comendador, que también es un centro muy vivo y lúdico, ya que cuenta con biblioteca y aula de música. También tenemos eventos y actividades en fechas señaladas, como “Los Conversos” en junio, que escenifica teatralmente el contexto y las historias fabuladas que pudieron ocurrir durante la expulsión de los judíos de Hervás. Es un evento que cuenta con la participación de muchos actores locales y que atrae a bastante gente.
En otoño, tenemos “El otoño mágico en el valle del Ambroz”. Son actividades muy variadas que se desarrollan en la comarca, tanto lúdicas como deportivas, conciertos, un rally fotográfico, etc.
En cuanto al senderismo, ofrecemos a nuestros clientes unos mapas que ofrecen diferentes rutas.
Contamos también con una coral en Hervás, así como grupos de teatro y funciona bastante bien a nivel deportivo. Ha sido, desde siempre, un pueblo muy dinámico. Contamos con Marcelo Martín, que es quien más sabe sobre los judíos de Hervás. Tiene varios libros publicados y organiza las visitas guiadas al barrio judío.
¿Qué peso tiene el turismo como elemento dinamizador de la comarca? ¿Participa su empresa en algún tipo de acción promocional?
En los últimos siete u ocho años he detectado un aumento de peregrinos en el camino de Santiago por la Vía de la Plata. Hay un albergue de peregrinos en la antigua estación de ferrocarril y últimamente notamos ese incremento del tráfico de caminantes.
En cuanto a la promoción turística, yo soy el presidente de Atuva, una asociación para el desarrollo turístico de la comarca. Estamos trabajando una serie de asuntos relacionados con el desarrollo turístico, como un centro de BTT que organizará rutas señalizadas para bicicletas. También queremos fomentar mucho el senderismo. Contamos también con un cuestionario que está recogiendo las opiniones de los clientes que visitan Hervás. Queremos fomentar un turismo muy respetuoso con la naturaleza, fuera de la masificación, que preserve este privilegiado espacio natural. También trabajar porque Hervás se mantenga limpio y liberar el casco urbano, al menos en los puntos principales, del uso como parking de vehículos.
Más información:
Web de El Jardín del Convento
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