Jun 4 | Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 254 Visitas | con Comentarios desactivados en La increíble aventura de los libros circulares
La primera librería online solidaria y circular de segunda mano de España, El Club de los Raros es un proyecto de emprendimiento social que permite dar una nueva vida a aquellos libros que ya has leído o que ya no tienen cabida en tus estanterías. Y lo hace de una manera innovadora, entrelazando lo social con lo cultural y lo medioambiental. Una iniciativa claremente positiva que nos presenta en este Espacio Invitado Daniel Jiménez Lorente, periodista independiente especializado en sostenibilidad que nos ofrece un periodismo de soluciones desde su canal de YouTube y su web Noticias Positivas.
¿Cuántas historias caben en un mismo libro? Y no nos referimos sólo a la más obvia, la que figura impresa en letras de molde. Toda obra nos habla también de su propio autor, cuyas experiencias vitales, esperanzas, miedos y frustraciones sobrevuelan frecuentemente el texto. Tampoco debemos perder de vista a las propias editoriales, que son mucho más que simples factorías literarias. “Soy editor vocacional y empresario accidental”, dijo una vez en una entrevista Jorge Herralde, el mítico fundador de la editorial Anagrama. Y es que no solo hay una intención en quien escribe. También en quien se esfuerza en difundir la palabra escrita.
Por último, no debemos olvidarnos de las historias de los propios lectores. Porque, para quienes no podemos vivir sin un libro al lado, pocas cosas hay más decisivas que el acto de leer. En el sentido de que todos hemos sido moldeados por los libros que han pasado por nuestras manos. Por eso hay novelas, poemarios, ensayos o incluso revistas que siempre necesitamos tener cerca. Y a las que seguimos volviendo años, o incluso décadas, después de la primera lectura.
Dicho esto, también tenemos que reconocer que no todo lo que leemos es igual de importante. Es evidente que hay muchos otros libros que simplemente cumplieron una función de entretenernos, con más o menos acierto e interés, durante unas pocas semanas. Libros que, tras ser disfrutados, llevan años abandonados en cajas o trasteros. O que, en el mejor de los casos, cumplen una función decorativa en la estantería del salón.
Pero esos libros todavía pueden seguir contándonos nuevas historias. Así lo afirman Ginés Haro y María Gómez, los responsables de El Club de los Raros. Un emprendimiento social, un proyecto cultural y una modelo de negocio basado en la economía circular. Todo eso es a la vez esta librería online solidaria, cuyo objetivo es contribuir a la conservación de nuestros bosques, servir de herramienta de financiación para entidades sociales y ONG y generar oportunidades de empleo para colectivos en situación o en riesgo de exclusión.
¿Y como lo hacen? A través de la venta de libros de segunda mano. Aunque ellos prefieren hablar de “rescatar libros”. Así lo explica Haro, emprendedor social con una larga trayectoria y reconocido como Top influencer por El Referente y Mentorday: “Queremos rescatar libros para dar una segunda vida a obras literarias que vale la pena leer, y que están por ahí acumulando polvo en cualquier rincón de la casa, sin ser disfrutadas por nadie más desde que fueron leídas hace mucho tiempo. Pero ese libro que tú ya no vas a volver a leer, seguramente podría ser aprovechado por otra persona”.
Su socia María Gómez, que además es abogada y gerente de la Fundación Inquietarte, insiste en los beneficios ambientales de esta iniciativa. “Rescatar libros significa que no habrá que editar esos libros de nuevo para que puedan ser leídos por más personas. De este modo, contribuimos a evitar el sacrificio de árboles, el gasto de agua, que tampoco nos sobra, y el aumento de la huella de carbono”, asegura la emprendedora, que nos recuerda que “también hay un coste para el planeta en el caso de los libros electrónicos, pues se emplean muchos minerales y energía en fabricar este tipo de dispositivos. Lo que queremos es aprovechar los libros que ya tenemos y que no vamos a volver a leer. Esto no deja de ser un ejemplo de economía circular aplicada a la cultura”.
La apuesta por la sostenibilidad en El Club de los Raros no se reduce al rescate de libros. Otro de los objetivo de esta librería solidaria es promover la recuperación de nuestros bosques. De hecho, un porcentaje del precio de cada libro rescatado se destina a la plantación de árboles en “El Bosque Inteligente de los Raros”, ubicado en el municipio cacereño de Piornal. A cargo de este proyecto se encuentra Retree, empresa dedicada a plantar árboles para contribuir a la captura de CO2, la creación de empleo rural y la lucha contra la desertización.
Otro de los ejes fundamentales de El Club de los Raros es ayudar a las organizaciones, asociaciones y fundaciones a generar recursos con fondos editoriales y promover proyectos que unan cultura y solidaridad. Por este motivo se están suscribiendo acuerdos con diferentes ONG y entidades sociales, como por ejemplo Nuevo Futuro Málaga, Cadir o Microbibliotecas. En virtud de estos convenios, dichas entidades dedican un espacio de sus sedes físicas a recoger donaciones de libros que después son vendidos a través de la librería solidaria. A cambio reciben parte de los ingresos obtenidos por dichas ventas.
También se pueden plantear otras posibilidades. Por ejemplo, La Casa de Carlota, estudio de diseño que emplea como creativos a personas con capacidades diferentes, ha habilitado un córner en su sede de Sevilla (calle Juan de Juanes, número 3) en el que se están vendiendo libros. “No estaba previsto, pero ha sido una grata sorpresa que ha hecho posible la aparición de nuestra primera librería física. Ojalá sea la primera de muchas”, apunta Gómez.
Las personas que quieran donar sus libros para ayudar tanto al Club de los Raros como a las ONG con las que la librería online de segunda mano colabora, pueden hacerlo a través de la web donarlibros.org. Allí se detalla cómo se hace esta donación (recogida en un punto acordado o mediante mensajería) y qué libros se pueden donar (deben tener ISBN o código de barras, estar en buen estado y no tratarse de enciclopedias, diccionarios, revistas, periódicos o libros de texto desactualizados). Así cerramos el círculo de historias que nos cuentan los libros de El Club de los Raros. Con un último gesto, lleno de solidaridad y generosidad, que posiblemente sirva para ayudar a una persona que seguramente lo necesita.
Feb 12 | Noticias Destacadas, Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 768 Visitas | con Comentarios desactivados en Casa Sophia
Casa Sophia es una vivienda realizada con madera y materiales naturales que presume de ser la más sostenible de España. Este showroom, situado en la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, recoge toda la sabiduría acumulada en casi tres décadas por el equipo de 100x100BioPasiva y ve reconocido su buen hacer con seis sellos: Passive House Premium, RECICLA, VALORIZA, EXCELENCIA del programa Horizon 2020 de Europa, Sello Verde GBCe y Edificio Carbono Nulo. ¿A quién no le gustaría vivir en una casa así?
Esta publicación ha sido posible gracias a Ander Echevarria, Director Técnico-Comercial de 100x100BioPasiva, a quien agradezco su disponibilidad con este blog.
Imagínate viviendo en una casa capaz de generar tanta energía como para suplir las necesidades del día a día e, incluso, de alimentar las baterías de dos coches eléctricos. Resumiendo, un hogar autosuficiente o muy cercano a la autosuficiencia energética.
Imagínate también que los materiales con los que ha sido construida son naturales y sostenibles, que dentro de ella podrás controlar desde un panel la calidad del aire que respiras. Un aire más limpio que el del exterior, lo que es posible gracias a los filtros de su sistema de ventilación mecánica y a que tanto los materiales como los muebles no desprenden esas pequeñas partículas contaminantes habituales en la mayoría de las viviendas.
Y a todo lo anterior, súmale un alto confort térmico que posibilita su sistema de climatización con aerotermia de última generación y una ventilación mecánica con recuperador de calor.
¿Te apetece saber más sobre Casa Sophia? Bien, pues empecemos por lo primero:
Toda edificación debería tener en cuenta, en primer lugar, las características del terreno sobre el que se asienta. Casa Sophia tuvo esto en cuenta mediante un estudio geobiológico que detectara los campos electromagnéticos (de origen natural, como las líneas Hartmann y Curry; o de origen artificial, como las radiaciones electromagnéticas generadas por las líneas de transporte eléctrico, los transformadores, las antenas de telefonía móvil, redes WiFi, etc.), o las corrientes de agua subterránea. Además, se realizaron mediciones de gas radón, al estar enclavada esta vivienda en una zona de alto riesgo.
Una vez analizados los problemas, se procedió a instalar un sistema de despresurización de gas radón y a aislar la solera para evitar los puentes térmicos y el paso de humedad desde el terreno a la vivienda.
Casa Sophia cuenta con una estructura de madera procedente de bosques gestionados de forma sostenible, con sello PEFC. Los muros, también de madera, se realizaron en las instalaciones de 100x100BioPasiva. Se trata de un sistema de entramado de madera, con estructura de madera de 200 mm y tablero de FINSA en ambas caras (uno de 25 mm por el exterior y otro de 12 mm por el interior), certificados PassivHaus en cuanto a la estanqueidad al aire.
Los muros y la tabiquería interior de la vivienda son también de estructura de entramado ligero de madera y llevan placa de yeso laminada de Knauf Diamant, que se caracteriza por su especial dureza y por absorber hasta un 80% de los formaldehídos de la vivienda.
Por su parte, la cubierta y los muros exteriores están aislados con vidrio reciclado, libre de formaldehídos, de Knauf Insulation.
Y el forjado de cimentación cuenta con un aislamiento de corcho de alta densidad de unos 20 mm, para evitar los posibles puentes térmicos.
Todas las ventanas del edificio son de madera laminada y aluminio. Realizadas por Blas Recio e Hijos, presentan triple cristal, gas argón, y están certificadas Passivhaus. Es interesante destacar que para el perímetro de las ventanas, así como en los cercos de las puertas de interior, se ha utilizado lana de oveja en cordón trenzado, de RMT-Insulation, que ofrece un excelente aislamiento térmico y es una magnífica alternativa natural a la espuma de poliuretano.
Gracias al control solar exterior automatizado, se pueden evitar ganancias solares no deseadas que provoquen sobrecalentamiento tanto en verano como invierno.
Otro de los elementos empleados en Casa Sophia, que permite disipar el calor que pudiera acumularse en la parte superior de la vivienda es la chimenea solar, que cuenta con dos ventanas (una de ellas se abrirá de forma automatizada si fuera necesario) y permitirá realizar una ventilación cruzada si se abre alguna ventana de la planta baja.
Los acabados interiores de madera y el mobiliario de cocina están realizados con tableros libres de formaldehídos y fabricados con madera procedente de bosques sostenibles.
Por su parte, los suelos de la planta baja se han llevado a cabo con yeso alabastrino de Teruel, un material 100% natural al que se ha aplicado un acabado transparente de alta dureza. Se trata de un pavimento continuo, sin juntas, que además de lucir un acabado espectacular absorbe CO2, regula la humedad y presenta inercia térmica. Algo muy valorable teniendo en cuenta el sistema de suelo radiante/refrescante situado bajo el mismo.
Casa Sophia cuenta con un certificado Passivhaus Premium, que otorga el instituto Passivhaus de Alemania, por tratarse de una vivienda positiva capaz de generar más energía de la que consume, gracias a su instalación fotovoltaica.
Por otra parte, cuenta también con el sello verde del Green Building Council España (GBCe), la certificación Edificio Carbono Nulo concedida por la Asociación Ecómetro, así como los sellos VALORIZA, RECICLA y EXCELENCIA.
La cubierta de Casa Sophia cuenta con una instalación fotovoltaica de autoconsumo capaz de satisfacer la demanda eléctrica de la vivienda y, además, cargar las baterías de un par de coches eléctricos. La casa está conectada a la red y paga la diferencia entre lo que produce y lo que demanda.
En cuanto al sistema de climatización, Casa Sophia cuenta con suelo radiante-refrescante (en la planta baja del edificio), así como aerotermia de última generación y ventilación mecánica con recuperador de calor. El sistema de ventilación cuenta con un filtro que limpia el aire del exterior, por lo que entra libre de polvo, polen u otras partículas contaminantes.
Uno de los aspectos más importantes a la hora de valorar el grado de salubridad del interior de una vivienda es reducir al máximo posible los contaminantes. Casa Sophia está construida con materiales naturales y reciclados libres de formaldehídos, que emiten el mínimo posible de compuestos orgánicos volátiles (COV). Además, un sistema de monitorización comprueba los niveles de CO2, formaldehídos, COV, partículas en suspensión o gas radón, entre otros.
Contar con muebles y acabados que no liberan dichas sustancias garantiza un espacio saludable y seguro, sobre todo para las personas más vulnerables (niños y personas con patologías que empeoran en presencia de dichos contaminantes).
El agua de lluvia procedente de la cubierta, así como las aguas grises procedentes de la casa, se gestionan mediante una biodepuradora de ECODEPUR; posteriormente, se podrán reutilizar en las cisternas de los inodoros y en el riego de los jardines, la cubierta inclinada vegetada y el jardín vertical con especies autóctonas, que contribuye a mejorar la calidad del aire al absorber el CO2 del ambiente.
Uno de los aspectos que suelen «olvidar» los constructores es la gesti´ón de los residuos de las obras. En el caso de Casa Sophia, dichos residuos se clasificaron en sacas diferenciadas (plástico, papel, aislamiento) y contenedores (placa de yeso laminado, escombro limpio y madera). También se ha reutilizado la tierra procedente del solar, habiéndose repartido entre dos vecinos del municipio que la necesitaban para relleno, lo que ha supuesto evitar los kilómetros que recorren los camiones hasta el lugar donde habitualmente se depositan.
Canal de 100×100 madera en YouTube
Leer más »Ene 17 | Entretenimiento y ocio, Noticias Destacadas | Ecologia Cotidiana | 337 Visitas | con Comentarios desactivados en Ubuntu
Ubuntu es un juego de mesa creado por la cooperativa valenciana EcoEvent y fabricado en España con materiales sostenibles. Su principal peculiaridad es que no hay un ganador al uso, sino que se plantea un reto común que deberán superar todos los equipos. El objetivo de Ubuntu es conseguir que todos y cada uno completen los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Ubuntu se presenta como una herramienta para concienciar a la sociedad sobre el valor de nuestro entorno natural y diversidad social, de «la necesidad de luchar contra la extinción de especies, la pérdida de biodiversidad y de ecosistemas, la escasez de agua, la contaminación, la emergencia climática y dar a conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible» (ODS), afirman sus creadores.
«Estamos firmemente convencidos del poder de la educación ambiental para sensibilizar a la ciudadanía con el fin de que todas y todos podamos adquirir conocimientos y conciencia para transitar hacia actitudes y sociedades más respetuosas, solidarias y, por tanto, sostenibles», sostiene EcoEvent. Hacerlo mediante un juego me parece una fantástica manera. Para ello, me entrevisté con Laura López Marín, una de sus creadoras, para conocer todos los detalles de Ubuntu.
Ubuntu se gestó durante el confinamiento de la pandemia, cuando los miembros de EcoEvent (Nuria Díaz, ambientóloga; Laura López, licenciada en Documentación; y Pepe Martí, ingeniero técnico industrial) sintieron una motivación de hacer un juego de mesa como herramienta lúdica y educativa para trabajar en la divulgación de la sostenibilidad.
La fase de financiación se realizó a través de la plataforma Goteo, en la que participaron más de 200 mecenas («desde el principio teníamos claro que íbamos a salir en un crowdfunding», comenta Laura López).
Los problemas comenzaron en la fase de producción, con la crisis de suministros. «Teníamos muy claro que nuestro juego no se podía fabricar con cualquier papel. Tenía que ser ecológico». La empresa encargada de producir Ubuntu ofrecía plazos que se iban alargando debido a la escasez de ese papel certificado, pero no por ello renunciaron a ese compromiso.
El juego consta de unas 1.500 preguntas clasificadas por temática: medio ambiente, sociedad, economía y políticas, y cultura. En el tablero, se disponen las fichas de los 6 jugadores o equipos, que deben avanzar según el número obtenido en la tirada de un dado. Las casillas presentan diferentes colores, correspondientes a cada uno de los temas, cuyas preguntas deberá acertar cada jugador o equipo para poder seguir progresando.
Existen también casillas numeradas con cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (del 1 al 17), en las que cuando una de las fichas de jugador o equipo caiga puede elegir un tema de pregunta; en caso de acertar la respuesta, conseguirá ese ODS. A su vez, cada jugador/equipo cuenta con un cartón de juego con 3 ODS a completar. Una vez conseguidos, se unirá con el jugador/equipo que prefiera para seguir jugando con él.
Al final, todas las personas que participan el juego formarán un solo equipo, que deberá completar los 17 ODS y acertar las 4 preguntas para poder hacer Ubuntu y que todos ganen el juego. En caso de fallar alguna de las preguntas de la tarjeta, todos habrán perdido la partida.
En esa linea de coherencia con el mensaje que queríamos lanzar, decidimos que la distribución se iba a hacer a través de Traficantes de Sueños. El juego se puede comprar online, o físicamente, tanto en esa librería como en otros punto de venta repartidas por toda la geografía española.
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Oct 21 | Noticias Destacadas | Ecologia Cotidiana | 1285 Visitas | con Comentarios desactivados en Casa solar autosuficiente
Omar Suárez Álvarez (tercero por la derecha en la fotografía superior) es un emprendedor que ha creado el primer edificio 100% solar de baja entalpía. Ingeniero industrial, Omar ha inventado una tecnología que exhibe en una casa de aspecto futurista en la misma ladera del monte Naranco, sobre la ciudad de Oviedo. Resulta curioso comprobar cómo una vivienda puede ser autosuficiente y confortable, desconectada de la red eléctrica, dentro del clima atlántico asturiano que se caracteriza por la gran cantidad de días nublados y lluviosos. El sueño de muchos, hecho realidad.
Es un sistema que permite tener una casa autosuficiente o con unos consumos muy reducidos de climatización y energía eléctrica. El 80% de la demanda de los edificios es, en realidad, de calor o frío, no de electricidad. A través de nuestro sistema hemos demostrado que incluso en Asturias, donde tenemos pocas horas de sol en comparación con otros puntos de España, podemos vivir 100% solar sin ningún problema.
Generamos las condiciones para que un panel sea el mejor. Esto lo hacemos poniendo los emisores interiores que trabajan a baja temperatura: la baja entalpía. Una vez generas esa capacidad de transmisión de calor o frío a la temperatura que buscas, una bomba de calor es capaz de transferir 10 metiendo 1. De tal manera que una casa bien aislada, incluso con un cielo nublado, puede ser positiva.
Por un lado, gracias a que nuestro sistema patentado refrigera la celda de los paneles fotovoltaicos, obtenemos un rendimiento mucho mayor: un panel normal rinde aproximadamente un 13% cuando sale el sol, pero los nuestros son especialmente eficaces y resilientes.
Por otro lado, cambiando los radiadores por nuestros emisores, que son paredes especiales con un sistema de aislamiento y calefacción radiante, podemos mantener una temperatura confortable con el mínimo de aporte energético.
Una vez somos capaces de climatizar mediante unos emisores de calor, que son capaces de trabajar desde 21º C, toda agua que calientes por encima de esa temperatura se convierte en acumulación de calor sensible efectiva. Muy fácil de conseguir porque es a baja temperatura, y muy difícil de perder porque también es baja temperatura.
En nuestro caso, el emisor es solidario a la estructura de la casa. Cuando quiero acumular, no meto agua a 21 ºC, sino a 24 ºC; lo que estoy haciendo es inyectar, a alta velocidad, en días buenos, 24 ºC a la masa de la estructura. De esta manera, hemos convertido esta última en una batería térmica. También tenemos una piscina que acumula agua a 30º C, que podríamos usar si fuera necesario. En días muy nublados y fríos, tiramos de la batería térmica que es la propia casa, por lo que no hay que hacer nada. Se produce un equilibrio físico natural: según pierdo por las paredes, mi forjado me cede.
En la casa en la que vivimos, de la que llevamos dos años desconectados de la red eléctrica, solamente necesitamos un par de baterías, aguantando perfectamente con 17 kilovatios hora de acumulación eléctrica.
Estamos muy enfocados al unifamiliar, que paga unas facturas increíbles o pasa un frío horrible. Los retornos son más rápidos en este caso. Aunque también trabajamos con comunidades; precisamente acabamos de cerrar un acuerdo para suministrar ACS (agua caliente sanitaria) y agua de calefacción.
Hemos sacado ya una línea de productos muy compactos, escalables, donde hemos bajado el coste de inversión con respecto a retorno. En dos meses hemos cerrado tantos pedidos como dos veces el año pasado. Pero para poder entrar a un mercado masivo, necesitamos primero tener más avanzado nuestro sistema productivo y automatizarlo, para lo que necesitamos captar más capital. En este punto estamos ahora.
Lo de los combustibles fósiles es irreversible. Las petroleras ya están dejando de hacer nuevas prospecciones, dada la mayor complejidad de extraerlos en los nuevos yacimientos. Y los rendimientos de los pozos existentes son cada vez más bajos. Hemos llegado a un momento en el que el factor económico es decisivo.
Nosotros tenemos la solución para, con una reforma mínima, reducir la demanda primaria en un 80%. Con una inversión que se amortiza en unos siete años. El precio final dependerá de cada caso concreto, pero la reflexión que yo hago es ¿has calculado cuánto gastas al año en electricidad, calefacción y gasolina para tu coche? Ahora, haz la cuenta y multiplícalo por los años que crees que vas a vivir. Te vas a asustar.
Sep 25 | Noticias Destacadas, Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 910 Visitas | con Comentarios desactivados en Arquitectura comprometida
Laura García Fernández está al frente del estudio de arquitectura ArktPlus. Afincada en ibiza, esta arquitecta y filósofa, comprometida con la sociedad y el medioambiente, investiga cómo diseñar espacios que aporten más libertad y bienestar a la vida de las personas. En esta entrevista, nos aporta su punto de vista como arquitecta en el contexto actual de crisis energética, terreno en el que ofrece soluciones de rehabilitación de viviendas.
Soy una arquitecta con veinte años de profesión. Estudié en Barcelona y comencé mi trayectoria en diferentes espacios de Cataluña, donde trabajé durante algunos años. Después me desplacé a Zaragoza, donde estuve trabajando diez años. En esa ciudad realicé un máster en ecodiseño y eficiencia energética, que es lo que me puso en la línea de la sostenibilidad.
Durante mis años en Zaragoza, participé del boom inmobiliario y no era consciente de lo que significaba la sostenibilidad. Al hacer el máster, empecé a ver que el sector de la construcción era bastante perjudicial para el medioambiente y empecé a indagar en otras formas de construir. En ese momento, hace unos diez años, inicié un giro con Arktplus, que es mi estudio de arquitectura.
Al principio, sólo intentaba mejorar la sostenibilidad en obra nueva. Pero a partir de 2018, investigando sobre la transición energética, defiendo que la clave está en la rehabilitación. Creo que no estamos haciendo las cosas bien. Necesitaba tener más información y construirme un imaginario de como debería ser un futuro sostenible. Me abrieron los ojos varios autores y autoras como Carlos Taibo, Yayo Herrero, Antonio Turiel, Jason Hickel o Santiago Muíño. La crisis climática y el declive energético nos pueden llevar al colapso.
Estuve un tiempo sin saber cómo reaccionar ante eso, bloqueada, sin saber cómo actuar. Yo ya estaba trabajando en arquitectura sostenible, pero cuanto más profundizaba, más detectaba el “greenwashing” que hay en el mundo de la arquitectura. Era incompatible seguir en esa línea y tuve una experiencia que me hizo dar el “clic”.
Había finalizado la obra de una segunda residencia para una pareja de extranjeros en Formentera. Una casa unifamiliar en el campo, que iban a disfrutar un par de meses al año como mucho. Ahí mi cabeza hizo clic: “esta es la casa más sostenible que has hecho nunca (con criterio bioclimático, integrada en el paisaje, autosuficiente en energías renovables, etc.), pero en realidad es un edificio de nueva construcción, en un suelo rústico, al que los clientes llegarán en coche después de coger un avión y un barco. Todo para pasar unos días en un suelo donde debería haber agricultura.
Como arquitecta he sentido la imperiosa necesidad de crear mi propia definición de sostenibilidad. Se puede construir más o menos sostenible, con una altísima eficiencia energética, pero construir ya es en sí misma una actividad que genera un impacto importante, no solo en el elemento que estás construyendo sino también porque condiciona el tipo de movilidad que se va a derivar de ese planteamiento. También hay otras cuestiones como el tener no solo una segunda residencia, sino una tercera, cuarta o quinta, como se da en Ibiza. Mi enfoque es, por tanto, rehabilitar; porque considero que es lo más sostenible.
Desde los años 60 se ha mirado hacia otro lado, se ha configurado una sociedad que da la espalda a los límites del planeta. Esa es, para mí, la explicación de que no hayamos estado especialmente concienciados de lo que supone agotar los recursos. Vivimos en una sociedad que ha estado basada en la abundancia de combustibles fósiles y la energía barata. Se perdió el vínculo con la arquitectura vernácula, que tenía un fondo sensato de cómo construir y vivir con poca energía. Las exigencias de confort eran mucho menores, pero térmicamente las casas antiguas funcionan mejor que las que hemos construido desde los 60 hasta más o menos el cambio de siglo.
En España se construyó muchísimo por la migración del campo a la ciudad. La primera normativa térmica no apareció hasta 1979, con motivo de la primera crisis del petróleo. Solo a partir de 2006 se ha producido una mayor concienciación y regulación sobre el aislamiento térmico de las edificaciones. Esa carencia y laxitud normativa, ha permitido viviendas que en realidad son espacios duros, inhóspitos y con mal comportamiento térmico. La necesidad de cubrir la migración y la posterior especulación durante la burbuja inmobiliaria ha llevado a aceptar casi cualquier cosa. El resultado es que tenemos un parque edificado que funciona fatal a nivel térmico y de mala calidad constructiva. Creo que esto forma parte de la cultura de “usar y tirar”, en la que aún estamos. No existe una cultura de mantener ni con nuestros objetos cotidianos ni con nuestras viviendas. Una vivienda debería durar el máximo tiempo posible, tanto por el coste económico que supone en la vida de una persona, como por el volumen de materiales y recursos energéticos que se han empleado en su construcción. Por eso es fundamental el papel de la rehabilitación.
Este modelo de urbanismo de ciudad extensa viene de la cultura norte-americana, de los años cincuenta. Planteaba casitas unifamiliares a las que llegabas en coche, donde la mujer se quedaba en casa y el marido se marchaba a trabajar. Ese culto al coche, la dependencia del automóvil privado, no es nada resiliente ante el panorama que se avecina. Los últimos años hemos planificado el crecimiento de las ciudades contando con un petróleo barato e ilimitado. Es posible que tengamos que replantearnos la viabilidad de ese urbanismo.
Que una persona sola se desplace en un vehículo de más de una tonelada de peso, es un despilfarro. Y no parece que los coches eléctricos sean la solución. Se subvenciona el coche eléctrico suponiendo que, tarde o temprano, toda la gente cambiará su coche de combustible por uno que funcione con baterías eléctricas. Pero científicas como Alicia Valero advierten que no va a ser así, porque no va a haber suficiente litio ni otras materias primas para fabricar tantos automóviles.
Yo defiendo que parte de la solución es un urbanismo diferente. A día de hoy se sigue construyendo a costa de ir consumiendo cada vez más territorio, obligando a la gente a depender del coche privado. Cuanto más dispersa es una ciudad, más difícil es organizar un transporte colectivo o una red de suministros eficiente. Necesitamos recuperar el urbanismo compacto tradicional de nuestras latitudes.
Partir de un edificio que ya existe supone ciertas limitaciones. La casa es la que es. Si trabajas con comunidades de propietarios, es mejor actuar desde el exterior del edificio. Yo como arquitecta me dedico a mejorar la eficiencia energética de los edificios, pero también a ofrecer asistencia técnica a las administraciones públicas, para ayudarles a poner en marcha sus políticas en este sentido. La rehabilitación energética permite utilizar técnicas “Passivhaus” como el aislamiento de fachadas y cubiertas, y cambiar las carpinterías por otras de altas prestaciones. Esto puede suponer ahorros energéticos de hasta el 90 por ciento de la parte de la factura que va destinada a climatización (calefacción y refrigeración). Esta es la importancia de las medidas pasivas.
Respecto a las medidas activas, tenemos que ir a sistemas más eficientes, pero lo primero debería ser reducir el consumoy no centrarnos sólo en poner placas fotovoltaicas, por ejemplo. Nuestros antepasados sabían perfectamente cómo funcionaban las casas. Tendemos a ignorar cosas tan sensatas como la forma de mantener la casa fresca en las horas de más calor. Lo verdaderamente eficiente, en la época cálida, es abrir las ventanas por la noche para refrescar la casa y mantenerlas cerradas durante el día para evitar que se caliente. Pero se tiende a abusar del aire acondicionado. Debemos reaprender cómo funciona el clima. Comportamientos adecuados son cerrar las persianas en verano para evitar que penetre el sol y caliente el interior, y abrirlas en invierno para que entren los rayos solares y calienten la casa. En sitios donde hay una tremenda insolación en verano, es imprescindible que las fachadas sean blancas o de colores claros, como ya se hacía antiguamente encalando las paredes exteriores de las casas.
Cuando se rehabilita una casa, para bien o para mal, hay una serie de materiales que ya están puestos ahí. Ya han sido fabricados y su CO2 embebido ya ha sido emitido. Por lo que, si alargamos la vida útil de estos materiales, no volvemos a emitirlo. Cuando se habla de arquitectura sostenible, le ponemos esa etiqueta porque está construida con madera, consume poco en climatización, los materiales son naturales o tienen bajo impacto, etc., pero no deja de ser un edificio nuevo que quizás no sea necesario construir.
Yo planteo, por ejemplo, si podemos cultivar suficientes árboles en el mundo para sustituir el hormigón por la madera. Además, un material natural, por bueno que sea, genera impacto, desde su extracción, procesado, transporte, y en la propia obra. Lo más sostenible sería alargar la vida de las viviendas ya construidas y dar nuevos usos a edificios públicos o industriales en desuso.
Como vamos hacia una escasez de materiales, se están empezando a ver los edificios como banco de materiales, considerando su reaprovechamiento. En un edificio ya construido hay muchísimos recursos y una cantidad de energía embebida en los materiales. Hacemos mejor uso de esa energía ya consumida si, en lugar de demolerlo, alargamos su vida. Además, así retrasamos la generación de residuos y rompemos el ciclo de usar y tirar del que hablábamos. El único argumento válido para demoler un edificio es que tenga un daño estructural grave que no pueda ser reparado, porque entonces está claro que no hay nada que hacer. Pero si no existe ese daño, puede “reutilizarse”: redistribuir los espacios, cambiar su uso, mejorar su eficiencia energética, etc.
La actividad económica contempla la construcción de edificios nuevos porque la plusvalía está en el suelo y no tanto en la construcción. Por eso el sector está siendo muy reticente a rehabilitar. Hay intereses económicos vinculados a la promoción que no existen en el caso de la rehabilitación.
Hay cuestiones que tienen que ver con el género en las viviendas, que tengo en cuenta especialmente cuando mi cliente tiene esa sensibilidad. Me formé en Barcelona en urbanismo con perspectiva de género. También participé en el grupo feminista Figa de Pic. Es algo que tengo interiorizado, y esa parte de los cuidados la tengo muy presente en el trato con el cliente y en el diseño de las viviendas, que la gente suele recibir bien.
La arquitectura responde a ciertas jerarquías sociales que se reflejan en sus espacios. Si una cocina, estancia en la que tradicionalmente pasaba la mayor parte del tiempo la mujer, es pequeña, difícilmente va a cocinar más que una persona. Para mí, la cocina debería ocupar un lugar más central. Si lo que quieres es generar un clima de corresponsabilidad en el cual cocinar de forma colaborativa, necesitamos cocinas más amplias, agradables y luminosas. También pienso que las habitaciones de los niños no tienen por qué ser más pequeñas o peores que las de los padres. Para mí, la perspectiva de los cuidados y la de la sostenibilidad están bastante alineadas. El ecofeminismo es un referente para mi.
En Ibiza creo que vivimos un engaño. Siempre ha habido casas payesas en el campo, como puede haberlas en Galicia o en Asturias. Lo que pasa es que en Ibiza, esa estructura ha dejado de estar vinculada a una explotación agraria. Se ha aplicado una política, desde los años 70, de que todo aquel que dispusiera de un terreno pudiera construirse una casa. Posteriormente se ha pasado a permitir vender a quien lo está demandando para construirse una segunda residencia. Todo esto está planificado. Se ha permitido construir en suelo rústico casas de hasta 500 metros cuadrados (aunque desde hace pocos años esa limitación es de 300 m2). Ha habido una intención muy clara para promocionar Ibiza como un lugarexclusivo, de viviendas de lujo, permitiendo la desvinculación de la casa con la actividad agraria. El resultado es un territorio salpicado de casas de residentes, casas estivales y villas de alto standing, con la dificultad que conlleva, entre otras cosas, dar servicio de transporte público a una población tan dispersa.
En Ibiza, como en las otras islas Baleares, tenemos sobre todo un problema de falta de recursos hídricos, que están muy deteriorados por su mal uso y la falta de control. Se ha permitido construir demasiado y se han sobreexplotado los pozos, cuyos acuíferos están agotados y salinizados por el filtrado del agua de mar. Se ha permitido construir sin límite y ahora la isla no tiene mucha más actividad económica que el turismo y la especulación del suelo. Hay casas muy grandes con consumos de agua exagerados, con césped, con piscina, que se disfrutan solo unas pocas semanas al año. Medioambientalmente, no tiene sentido.
Ahora se está empezando a poner coto a eso, en parte. También se está consiguiendo más agua a través de las desoladoras, aunque su coste energético es muy elevado y genera residuos, y un escenario de declive energético nos podría dejar sin agua de boca. En una isla con escasez de agua, debería priorizarse la captación, la reutilización y el reciclaje de la misma.
El principio básico es el mismo: reducir el consumo, considerar el agua y la energía como bienes valiosos que no podemos despilfarrar. Rehabilitación frente a la obra nueva si no es imprescindible; cuidar y alargar la vida de los objetos frente al consumismo exacerbado.
Ago 8 | Noticias Destacadas, Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 784 Visitas | con Comentarios desactivados en Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible
SUDS (Sistemas Urbanos Drenaje Sostenible) es una empresa especializada en la gestión del agua de lluvia mediante soluciones basadas en la naturaleza.
Unas superficies urbanas cada vez más impermeabilizadas y artificializadas aceleran problemas medioambientales como el aumento de la temperatura (efecto isla de calor), la pérdida de biodiversidad, la fractura del ciclo hidrológico natural (aumento de la escorrentía, contaminación difusa e inundaciones), entre otros, y da lugar a importantes pérdidas económicas.
Pedro Lasa, fundador de SUDS, explica en esta entrevista en qué consiste su labor.
Pedro Lasa, fundador de SUDS, con una de las placas que se utilizan para gestionar el agua de lluvia. © SUDS ATLANTIS
Yo me formé académicamente en dirección de empresas turísticas, sector en el que estuve trabajando durante bastante tiempo, pero me empecé a interesar por el mundo medioambiental. Me ofrecieron la posibilidad de dirigir una joven empresa dedicada a traer a España tecnologías medioambientales novedosas… y me cautivó.
Empecé a trabajar con los SUDS (Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible) cuando en España prácticamente nadie los conocía.
Nuestra empresa está especializada en aplicar estas técnicas para la gestión sostenible del agua de lluvia, especialmente en el ámbito urbano.
Los ciclos de lluvia están cambiando. Llueve menos y cada vez más la lluvia se produce de forma torrencial. Por lo que las ciudades recogen una gran cantidad de agua que los sistemas de alcantarillado no pueden gestionar.
La gestión que se suele hacer en entornos urbanos tiene unas consecuencias en cuanto a costes, contaminación, huella hídrica. La sociedad es muy poco consciente de lo que cuesta gestionar el agua de lluvia y de los daños que provoca. La lluvia es el elemento natural que más indemnizaciones provoca a los consorcios de seguros.
Los SUDS, las infraestructuras verdes urbanas y las soluciones basadas en la naturaleza, a nivel urbano, pretenden incrementar el grado de naturación en las ciudades.
Vista detalle de un sistema multicapa de SUDS ATLANTIS para una cubierta vegetada (azotea). ©SUDS ATLANTIS
La ciudad es una gran mancha de hormigón impermeabilizada, lo genera muchos problemas a nivel de suelo, subsuelo, atmósfera y, sobre todo, el ciclo hidrológico natural.
La explosión demográfica de los últimos 200 años nos ha llevado a una concentración de la población en las urbes, cuya expansión ha provocado la artificialización e impermeabilización del suelo. Cuando llueve, el agua no penetra en el freático, lo que supone una pérdida de biodiversidad. Además, las superficies asfaltadas y hormigonadas multiplican la temperatura ambiente y provocan el efecto “isla de calor”.
Fachada vegetada en centro de mayores, con captación y reciclado de pluviales del edificio y parcela, para el mantenimiento de las zonas verdes. ©SUDS ATLANTIS
Cuando llueve, dada la impermeabilidad del suelo urbano, se rompe el ciclo hidrológico natural. Esto genera problemas de cantidad y de calidad: Por un lado aumentan las inundaciones y por otro la lluvia disuelve y arrastra toda la contaminación superficial, la introduce y concentra en la red de alcantarillado.
Cuando fuimos conscientes del problema que generaba esto en los ríos, comenzamos a construir depuradoras. Pero el agua de lluvia genera un problema de cantidad y otro de calidad: la lluvia es un recurso natural que siempre se ha aprovechado almacenándola en depósitos como los aljibes. Cuando más tarde apareció el agua corriente y teníamos disponible un grifo para disponer de ella, todo el concepto de saneamiento y alcantarillado se ha mantenido con criterios hidráulicos (de evacuación), para evitar el encharcamiento del suelo. Los sistemas de saneamiento actuales siguen el modelo de la época romana, de forma centralizada e hidráulica.
Los tanques de tormentas convencionales son una aberración desde un punto de vista Eco eficiencia/sostenibilidad. Todo el sistema de saneamiento y alcantarillado está basado en criterios hidráulicos; la ciencia hidráulica estudia el movimiento de los fluidos y su ingeniería está basada en evacuar.
Por otro lado, tenemos los criterios hidrológicos: la hidrología contempla y se preocupa de otros aspectos que no recoge la hidráulica, como la calidad, el cuidado y la interacción del agua con el suelo, las plantas, las bacterias, etc.
Todas las aguas que se recogen cuando llueve, van conducidas hasta la depuradora, que no puede recibir ni depurar tanta agua en tan poco tiempo. Por eso se decidió construir tanques de tormenta para evitar ese impacto en las depuradoras. Pero estos gigantescos depósitos de hormigón, construidos antes de la depuradora, son una infraestructura muy costosa de ubicar, construir y mantener, pero no resuelve el origen del problema. Ya desde hace tiempo se sabe que las aguas pluviales urbanas están más contaminadas que las propias aguas fecales.
Ejemplos de sumideros filtrantes. ©SUDS ATLANTIS.
En Nueva York, cuando durante la alcaldía de Bloomberg, se desarrolló con mucho éxito el primer sistema de infraestructuras verdes. Llegaron a la conclusión de que los tanques de tormenta son las infraestructuras grises con peor relación coste/eficiencia. En España, resulta casi tres veces más cara un tanque de tormentas que una infraestructura verde. La infraestructura verde, frente a la gris (que gestiona agua contaminada), nos ofrece agua apta para ser reciclada y resuelve los problemas de isla de calor, pérdida de biodiversidad, inundaciones o eficiencia energética.
Son elemento superficiales, permeables y biofílicos, aptos para la vida vegetal, animal y microbiana, previos al sistema de alcantarillado. Y ahí está la gran diferencia con las infraestructuras grises, ya que capta el agua de lluvia lo más cerca posible de donde cae para, posteriormente, filtrarla a través de superficies permeables, vegetadas o no.
Trabajamos con conductos planos que captan el agua debajo de superficies permeables, lo que evita la contaminación de la misma. Los SUDS funcionan como filtros hídricos y atmosféricos. Esto permite a la urbe gozar de una capacidad biorremediante que permita revertir la situación actual.
La mayoría se construyen en el suelo, pero hay una gran tipología de técnicas de urbanismo de bajo impacto. A mí me gusta explicarlas de arriba hacia abajo, comenzando por las azoteas. Seguiríamos con jardines verticales, pavimentos permeables, y una amplia gama de elementos superficiales (parterres, jardines de lluvia, o sumideros filtrantes) que, cuando llueve, permiten filtrar ese agua de lluvia.
Santander, parking vegetado parque las Llamas. ©SUDS ATLANTIS.
Todo el proceso de transformación urbana sostenible, de regeneración, debería empezar en mi opinión por aprovechar las cubiertas como jardines, huertos, espacios de encuentro, que ayuden además a aislar térmicamente el edificio, captar agua de lluvia, actuar de filtro atmosférico, y servir como pequeños ecosistemas para los pájaros o los polinizadores.
Una de las mayores ventajas de las cubiertas vegetadas es que protegen la impermeabilización, ya que podemos colocar una celda de drenaje, una fibra de geotextil y lo que queramos encima. Al proteger del pisoteo y de la intemperie, alarga la vida de una tela asfáltica, porque evita su deterioro. El agua y las raíces no son un problema, ya que el efecto esponja de estas soluciones genera una especie de capa freática de agua que es una reserva de agua para la vegetación. Esto evita los problemas de acumulación de grandes cantidades de agua en los sistemas de evacuación de la cubierta, que son los que suelen provocar las humedades.
En vertical, los muros vegetales o jardines verticales también pueden permitir aislar las fachadas del viento, la lluvia y el sol.
Nosotros tenemos celdas de drenaje, fabricadas con plástico reciclado (polipropileno), enterradas y envueltas en geotextiles, que podemos colocar debajo de un jardín o una azotea ecológica. Como queremos evitar que el agua pase al edificio, colocamos debajo de las celdas una capa impermeabilizante.
Son estructuras concebidas para captar el agua, integradas en el entorno, que solucionan el problema en el origen, evitando la contaminación del agua que se recoge. El agua que cae sobre una cubierta vegetada sería limpia. Tan solo habría algún contaminante atmosférico, pero la vegetación ayudaría a filtrarlo.
Para resistir la sequía, debemos aplicar soluciones que mantengan la humedad necesaria para los árboles y la vegetación. Nuestras estructuras, realizadas con plástico reciclado (polipropileno), ofrecen un 95% de porosidad. Es una solución mucho más eficaz que otras como la grava, con tan solo un 20% de porosidad, cuya extracción y tratamiento supone además un grave impacto ambiental, y provoca una gran huella de carbono en su transporte.
Momento de la construcción de una eco-cuneta. ©SUDS ATLANTIS.
Hemos realizado varios proyectos para captar y recuperar el agua de lluvia en campos de fútbol. Primero colocamos una capa impermeable y, sobre ella, nuestras celdas de drenaje; encima de ellas, colocamos una capa de geotextil y luego va el césped.
En Madrid, estamos trabajando en el aprovechamiento del agua en dos parques lineales.
A nivel doméstico, a pequeña escala, podemos utilizar también estas soluciones para drenar adecuadamente una superficie ajardinada.
En las viviendas unifamiliares, también utilizamos nuestras soluciones para la gestión de las aguas residuales o riego pasivo subterráneo.
Además, nuestros sistemas permiten gestionar el drenaje, al tiempo que una importante mejora ambiental en infraestructuras públicas como son carreteras (son una excelente solución para solucionar el peligroso problema de las cunetas, ya que gracias a nuestros sistemas se puede extender el arcén al poder taparlas hasta igualar la altura con la calzada), ferrocarriles (los conductos drenantes modulares Atlantis hacen innecesaria la construcción de cunetas o canaletas de hormigón)o eco parkings (con diferentes acabados superficiales permeables que permitan captar y gestionar eficientemente el agua filtrada), entre otras soluciones que puede encontrar el lector en el enlace de nuestra web.
Abr 15 | Noticias Destacadas, Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 991 Visitas | con Comentarios desactivados en Moda ética y sostenible
Luca Criscuolo y Nadège Seguin son una pareja afincada en la isla de Ibiza, desde donde tiñen y elaboran de forma ecológica y artesanal sus prendas de moda Adlib. Con su firma Etikology, que apuesta por la sostenibilidad y la filosofía Slow Fashion, ofrecen prendas originales y duraderas, así beneficiosas para el medio ambiente y las personas.
Mi mujer y yo empezamos juntos esta aventura hace unos años. Ella era ya diseñadora y tenía una marca de moda local en Baleares. Hicimos un viaje muy importante en nuestras vidas, durante el cual nos dimos cuenta del problema de los residuos de la industria de la moda. Nos concienciamos mucho en la parte medioambiental, así que decidimos empezar a trabajar juntos en la marca Etikology. Hemos tenido la suerte de tener mucha gente que ha creído en nosotros.
Etikology nace en 2016. Organizamos un certamen de moda en Baleares para el movimiento FashionRevolution y aprovechamos esta circunstancia para intentar educar sobre un tipo de consumo más local, artesanal y sostenible.
Con nuestra marca, intentamos ser éticos con las personas y el medio ambiente. En nuestros primeros eventos, nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar la concepción de la moda de pasarela, y crear, comparado con lo que se solía ver en estas, un producto mucho más ético y sostenible. También aprovechamos para participar en MoMad (feria de la moda en Madrid) y mezclarnos con el resto de moda, porque creemos que necesitamos llegar al público convencional para enseñar la diferencia sin tener que culpabilizar a nadie, pero dando ejemplo.
Los tintes sintéticos tienen un impacto tremendo en el medio ambiente. El solvente empleado suele ser un benzol o un tipo de agente derivado del petróleo, ya que eso permite una gama de colores estable que se corresponda con un numerito y se pueda replicar masivamente. El problema está en que estos químicos perseveran en el medio durante muchos años. Además, utilizan ftalatos, que son disruptores hormonales, y se han dado casos de hermafroditismo de especies animales en lugares donde se arrojan los residuos del tinte, sin demasiado control, a las aguas.
Sí. Pueden llegar a producir cáncer e importantes problemas en la piel en el proceso de teñido, que en algunos países se realiza sin ningún tipo de medidas, empleando incluso niños como mano de obra. También se han detectado efectos a largo plazo en mujeres que trabajan en esta industria. No por casualidad, el concepto de riesgo laboral nació en la industria de la costura. Las mujeres que trabajaban en la fabricación de las fibras textiles tenían problemas respiratorios graves por respirar las partículas de tela que flotaban en el ambiente. Y si esto ya pasaba con fibras naturales, con las fibras químicas tenemos un problema añadido, pues actúan como un imán para atraer otros agentes químicos. Se crea así un cóctel muy peligroso que sirve de detonante para problemas graves de salud.
Nosotros realizamos un estampado ecoprint. Lo elaboramos con hojas de plantas (normalmente de rosal, porque son las que mejor tiñen, pero podemos realizarlo a partir de diferentes tipos de hoja). La cantidad de taninos e hierro que tenga la hoja determinará la calidad del tinte. Cada hoja es diferente, por lo que el resultado no suele ser uniforme.
En Ibiza tenemos plantas que brotan espontáneamente, como los vinagrillos (Oxalis pes-caprae), cuyas flores utilizamos para teñir, teniendo el cuidado de dejar siempre una parte para los polinizadores y nunca arrancarla de raíz. Por supuesto, no utilizamos pesticidas ni biocidas. Podemos también elaborar prendas teñidas con las propias plantas de la persona que nos realiza un encargo, o con la que más le guste.
Al ser nuestras producciones muy pequeñas, tenemos muy pocos residuos y estos son orgánicos. Al ser un elemento compostable, cerramos el ciclo “de la cuna a la cuna” y evitamos que termine en un vertedero.
Producimos por encargo. Hay una parte en la página web que se llama Vestido perfecto, donde puedes crear tu propia prenda. Esto es hoy posible gracias a las nuevas tecnologías, aunque a mí me gusta llamarla “antigua tecnología moderna”: es el trabajo de un sastre de siempre, pero con ayuda de una vídeo llamada, en la que hacemos que la persona se tome sus propias medidas. Esto nos permite crear una prenda adaptada a tu propio cuerpo.
Estamos convencidos de la importancia de adaptar la prenda a cada persona, para evitar que la vean como un objeto más. Se convierte de esta manera en una prenda con un valor personal, algo que forma parte de su expresión y que no se va a quedar olvidada en el fondo de un armario.
Nuestros productos tienen dos sellos: G.O.T.S. y OCCGUARANTEE. El primero, certifica que se trata de un tejido orgánico de una determinada calidad. Por su parte, el sello OCCGUARANTEE garantiza un comercio justo, que se obtiene de Brasil y Turquía. La empresa tiene así la transparencia sobre el cultivo y sobre la gente que trabaja en los cultivos. En el caso de los cultivos de Brasil, nos aseguramos que los campos se rieguen solo con agua de lluvia, por lo que no utilizan el agua de ríos (como ocurre en los casos del algodón hindú, chino e incluso andaluz). Esto es el principio ético de nuestra parte de producción orgánica de algodón.
El cáñamo es un material con unas propiedades increíbles. En construcción, se utiliza como material aislante, como parte del adobe en los revocos, o incluso para elaborar ladrillos, porque es ignífugo e hidrófobo. Al microscopio, se observa que la fibra es bastante hueca. Y cuando se prensa, se obtiene un material hidrófobo (repele el agua), por lo que flota y se puede sumergir sin degradarse. Tal vez por eso, en Ibiza se utilizaba tradicionalmente para elaborar las redes de pesca y las sogas.
Pero actualmente, al menos en España, hay un interés en que no salga el cáñamo adelante. Desde su prohibición en Estados Unidos en el año 1932, se convirtió en un cultivo maldito a pesar de sus increíbles propiedades como material para elaborar todo tipo de objetos; el mismo Henry Ford llegó a fabricar un coche con fibra de cáñamo que funcionaba con etanol como combustible, obtenido a partir del cáñamo.
detalle de pantalón de la firma Etikology, elaborado con tela de cáñamo
Nosotros estuvimos trabajando con unos productores de Almería, pero finalmente tuvieron que abandonar este material. La búsqueda de nuevos proveedores nacionales de cáñamo está siendo bastante agotadora. A pequeña escala, su cultivo no resulta rentable para los productores, que tienen que enfrentarse a las autoridades –pese a tener las semillas certificadas para un uso industrial– y a los ladrones que lo confunden con el otro tipo de cannabis.
Aun tratándose de un producto estrella, que puede ser muy rentable para el campesino, resulta muy complicado obtener una licencia que te permita la manipulación y elaboración del producto de la planta del cáñamo. Se suelen utilizar licencias de otros países europeos, como pueden ser Portugal o Polonia, que también forman parte de la UE. Se da por tanto la paradoja de que se puede cultivar en España, pero es casi imposible comercializarlo aquí, porque no es fácil obtener una licencia.
Mi temor como marca es que el próximo año siga llegando material, que haya un mercado real para las marcas pequeñas. Yo creo que hay un futuro para la moda local, lo que no sé es cómo será. Me gustaría decir que es fácil vivir de esto. Desde el principio sabíamos que los números iban a estar muy justos. Pero más allá de la moda, también realizamos proyectos de educación y divulgación en eventos tanto propios como de otras personas. Esto también nos ayuda a vivir, porque en el concepto de la marca también entran estas otras actividades. Las participaciones en eventos ayudan a que la marca sea más conocida e ir consiguiendo nuevos clientes.
Estamos convencidos de que el consumidor puede cambiar las cosas, pedir determinados productos a las empresas, puede cambiar el mercado mucho más allá de la responsabilidad de las empresas. Estas últimas están volcadas en ganar dinero, por lo que los escollos éticos muchas veces se los saltan. Pero es el consumidor quien tiene el poder de leer la información de la prenda, de pedir conocer la transparencia del producto.
Lo que sí tenemos que entender es que se acabó la edad de oro del producto barato. Si queremos pedir responsabilidad a las empresas, tenemos que dar ejemplo como consumidores y entender que no podemos pedir comprar camisetas a 1 euro, porque al final alguna persona o el medio ambiente están pagando al otro lado los costes invisibles. Por eso tenemos que, como consumidores, asumir que no podemos entrar en esa dinámica de comprar, usar y tirar rápido; los recursos se están acabando y este modelo no puede sostenerse más tiempo.
Fashion Revolution es un movimiento que apoya la moda sostenible, justa, que apuesta por la calidad y la salud. Incentivamos comprar menos, elegir mejor y vestir prendas más duraderas. Son puntos que defendemos en nuestra marca. Nuestra filosofía no es vender muchas prendas, sino conseguir que quien compre una nuestra, se la ponga muchas veces porque le guste mucho.
Creemos que no es bueno hacer caer toda la responsabilidad en la persona por su elección. En mi opinión, toda la responsabilidad siempre recae en más de un pilar. La sostenibilidad misma se erige sobre tres pilares: la educación del cliente es tan importante como la de las empresas y la del Estado. Pero hemos visto cómo el marketing de las empresas ha modificado el consumo de las masas, y estas han empezado a pedir determinadas cosas en oleadas.
fular de la firma Etikology, realizado con tintes de origen vegetal
Para quien quiera conocer un poco más del fenómeno de la moda rápida nacido en Galicia, recomiendo ver el documental Fíos Fóra, que recoge testimonios de costureras que trabajaban para las principales marcas. Cuando se comenzó con nuevas colecciones quincenales, un tipo de marketing que eliminaba pasados esos quince días todas las prendas y las llevaba a quemar, haciéndolo pasar incluso como energía verde…
El hecho de que en Francia hayan sacado una ley que prohíbe la incineración de prendas sin vender significa que es algo que ya estaba sucediendo.
Creo que la producción local tiene que volver, al menos para cubrir las necesidades básicas. Ya lo empezamos a ver con la pandemia. Ahora lo vemos de nuevo con la guerra en Ucrania. Los problemas de abastecimiento son obvios, y el peak oil ya ha pasado hace muchos años, no es algo de ahora. Es algo de lo que nos vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo gente como Turiel, Taibo o Niño Becerra.
Creo que habrá una vuelta a las industrias locales –y cómo no, también la industria de la moda– al menos en cuanto a indumentaria básica. Pero no veo que vuelva, por ejemplo, al nivel que alcanzó la industria de la moda gallega antes de que se llevaran la producción a Asia.
Mar 20 | Noticias Destacadas, Protagonistas | Ecologia Cotidiana | 923 Visitas | con Comentarios desactivados en Recuperemos la soberanía energética (III)
En este tercer post, me he querido centrar en la comunidad energética local de Llanera, concejo de Asturias situado al norte de Oviedo. Sus principales protagonistas son Axuntase (cohousing intergeneracional), AstuEnerxía (cooperativa energética renovable) y EcoPruvia (comunidad de salud con huertos propios y grupo de consumo).
El primer punto de la comunidad energética de Llanera será el propio cohousing, comenta Javier Fernández, responsable de prensa de Axuntase. Una instalación que anda ligeramente por encima de los 90 kilovatios pico, y que «tiene previsto verter a la red durante las horas de máxima producción; y, cuando las placas fotovoltaicas no estén produciendo, tomarán la energía del exterior. De este modo, las necesidades energéticas estarán cubiertas las veinticuatro horas del día».
Como la población de Llanera está bastante dispersa, y según la normativa actual solo pueden beneficiarse los vecinos que estén en un radio de hasta 500 metros de la instalación, «vamos a intentar crear nuevos puntos, para que en cada pueblo haya uno». Para ello, «la primera labor es explicar bien el proyecto a los vecinos: que es más barato, que el suministro está garantizado, pero también que es una forma más eficiente y sostenible de consumir electricidad».
La comunidad energética de Llanera no está dirigida únicamente a viviendas, sino también a comercios e industrias de la zona, que puedan beneficiarse de esta iniciativa. Y es que en Llanera, comenta la presidenta del cohousing Axuntase, Mary Asun Rodríguez, con el cohousing «vamos a duplicar la población de Caraviés. Cuando presentamos el proyecto en la biblioteca del pueblo, tuvimos tanta expectación que no cabían todos. Es un municipio muy rico en asociacionismo y llevamos un tiempo colaborando con las diferentes asociaciones que están trabajando en la zona».
La idea del cohousing se lleva gestando desde el año 2014, cuando cinco mujeres de entre 39 y 64 años, entre ellas Mary Asun, se reunieron para desarrollar la idea que tenían de vivir en comunidad. Sobre la instalación fotovoltaica de la comunidad energética de Axuntase, me comenta que «dentro del equipo de arquitectos tenemos un ingeniero bioclimático, que es quien hace todos estos cálculos. Sabemos que no todos los meses vamos a ser autosuficientes, y no podemos ir a acumuladores porque eso encarece muchísimo todo. Por eso vamos a volcar a la red eléctrica nuestros excedentes».
Un aspecto muy a tener cuenta, en términos de ahorro energético, es la demanda de energía necesaria para climatizar un edificio. Cuanto más eficiente es el aislamiento térmico, menor es la cantidad de energía que necesita este para lograr una temperatura de confort.
El proyecto arquitectónico del cohousing Axuntase incorpora materiales sostenibles y arquitectura bioclimática. Así, las viviendas tendrán una orientación sur, con una galería en la que una gran cristalera permitirá la entrada del sol en invierno para aportar calor. Por el contrario, durante el verano el sol no llegará a penetrar en las viviendas, lo que reducirá las necesidades de refrigeración. Cada vivienda podrá tener su propia temperatura de confort, gracias a unos reguladores de temperatura con aerotermia.
Francisco Rodríguez, Presidente del Consejo Rector de AstuEnerxía, afirma que están «muy esperanzados con este proyecto. Estamos asociados con Axuntase desde principios de 2021. Tenemos una muy buena base, con un grupo de personas con mucha madurez, muy cohesionados y con mucho trabajo detrás para reformar la ley de servicios sociales para incluir el cohousing en Asturias. Nosotros les introdujimos la idea de comunidad energética como un modo de transmitir los conocimientos y los valores de Axuntase hacia la comunidad en la que va a vivir, en Llanera«.
Para Rodríguez, «lo importante es tener una soberanía energética que nos permita una cierta independencia, no seguir colgados de las grandes empresas que nos llevan a un terreno en el que no estamos a gusto, pues nuestros intereses y los suyos son muy divergentes.» En esta línea, añade: «nos acercamos a las organizaciones que están trabajando la soberanía alimentaria» y también «a los que están ahora mismo protestando contra la instalación de parques eólicos gigantescos, concentrados en la zona occidental de Asturias». Y concluye: «antes se quemaba carbón, pero no se trata solo de cambiar solo la fuente de energía, sino de cambiar el modelo. Y para ello, lo primero que debemos hacer es obtener toda la energía que podamos con el menor impacto posible».
Dado que las comunidades energéticas locales tienen una limitación de un radio de 500 metros desde el punto de producción, según el Real Decreto 244/2019 de autoconsumo compartido a través de red de baja tensión. La idea –comenta Paco Rodríguez– es «generar diferentes células y esperar que se amplíe ese radio, cuando se trasponga la Directiva europea».
En su opinión, «hay aspectos de la Directiva Europea que aún no se han traspuesto a la legislación española, como son los coeficientes de reparto, que deberían ser dinámicos, el porcentaje de energía que le toca a cada componente de la comunidad. Pero tenemos una buena base para empezar. Si tenemos proyectos en marcha, la gente verá que esto funciona, que es rentable».
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