Iván García, técnico de campo de Brinzal

Iván García es técnico de campo de Brinzal, Centro de Recuperación para Rapaces Nocturnas que ha realizado el proyecto «Un mochuelo en cada olivo» para recuperar el hábitat de estas aves en el valle del Tajuña (Madrid).

Con él me acerco hasta un paraje cercano al olivar de José Luis Miguel Moreno, quien ya fue protagonista de un post en este blog, para hablarme sobre el terreno de estas pequeñas aves rapaces cuya población ha descendido drásticamente en los últimos años.

¿A qué se dedica Brinzal?

En Brinzal tenemos un centro de recuperación de aves rapaces nocturnas que es como un hospital. Allí recuperamos las aves heridas recogidas en toda la comunidad de Madrid y posteriormente las devolvemos a la naturaleza. En concreto, hemos liberado ya más de cien mochuelos en esta zona de Morata de Tajuña, porque reúne todos los requisitos para su vida. En la suelta suelen participar los agricultores que colaboran en el proyecto. Es una forma de agradecer su colaboración. Es algo que les motiva y les emociona.

¿Por qué los liberáis aquí?

Porque es una zona idónea, ya que es muy tranquila. En dos kilómetros a la redonda no hay carreteras, espacio suficiente para su radio de actividad. Además, esta es una zona de olivares, que es un hábitat propicio para estas aves. Es bonito compartir con los agricultores la suelta de los mochuelos. Es algo que les llega mucho y les motiva, y un modo de agradecer su colaboración.

¿En qué consiste el proyecto “Un mochuelo en cada olivo”?

En recuperar el hábitat para el mochuelo, cuya población ha disminuido un 40% en quince años. Este declive se debe a la intensificación de la agricultura, que ha provocado una reducción de presas por pérdida de cobertura vegetal y ha llevado a una pérdida de capacidad reproductiva de los mochuelos.

Te puede interesar  El abrillantador del lavavajillas, un producto tóxico que debes evitar.
¿Qué actuaciones tenéis sobre el terreno?

En esta zona hemos instalado 800 estacas de madera, hemos construido 44 majanos de piedra, hemos plantado también por la zona unos 460 almendros, y hemos instalado 44 cajas nido. Con estas últimas no hemos tenido mucho éxito, ya que aquí los mochuelos tienen muchos sitios para nidificar y no se meten. Sin embargo, hemos tenido un éxito brutal de ocupación en las cajas con los estorninos y con los lirones caretos.

Iván muestra una estaca de Brinzal sobre la que se posan los mochuelos como punto elevado de observación de sus presas.

¿Qué beneficios tiene el agricultor que participa en este proyecto?

El mochuelo ayuda directamente al control de plagas, ya que se alimenta de insectos. Desde Brinzal tenemos claro que a los agricultores no puede costarles ni un solo céntimo participar en el proyecto. Intentamos ayudarles a revalorizar su producto. Les compensamos con material impreso que explica el proyecto y etiquetas que pueden colocar en sus productos. Esto les da valor añadido. En la asociación tenemos gente que compra los productos de estas personas que colaboran, por simpatía.

¿Qué seguimiento hacéis de los mochuelos liberados?

Todas las aves son anilladas. En ocasiones, recuperamos mochuelos que ya habían pasado previamente por nuestro centro, lo que nos da esperanza de seguir con nuestro trabajo, ya que significa que han conseguido sobrevivir en libertad. El problema que presentan los mochuelos jóvenes que han pasado por un centro es que no cuentan con el aprendizaje que tienen de los padres los pollos que se crían en libertad. Por eso estamos introduciendo un entrenamiento en el centro de recuperación. Les exponemos a sus depredadores para que aprendan cómo tienen que reaccionar ante ellos.

¿Cómo lo hacéis?

Nos ayudamos de mochuelos adultos que son irrecuperables para vivir en libertad (han sufrido algún tipo de amputación o presentan problemas de adaptación a su hábitat). Estos ejemplares adultos ayudan a los pollos a relacionarse con los de su especie, les enseñan a cazar y a reaccionar ante los peligros. Hemos comprobado que los mochuelos que han realizado este entrenamiento sobreviven el doble que los que no han tenido esta experiencia.

¿Cómo les enseñáis a cazar?

Nosotros hacemos la exposición a los mamíferos con una rata que hace un recorrido controlado para ir a donde tiene la comida. Cuando la rata sale, activa un mecanismo que hace sonar el grito de alarma del mochuelo adulto. Los ejemplares adultos que tenemos en la instalación echan entonces a volar porque saben perfectamente lo que tienen que hacer cuando ven un mamífero, y se desplazan al lugar más elevado de la instalación. De este modo, los mochuelos aprenden a relacionar el grito de alarma con la rata y saben que tienen que volar.

¿Y cómo les enseñáis a reaccionar ante los peligros?

Empleamos un azor disecado que –mediante una tirolina– “vuela” con las alas extendidas y activa el grito de alarma de los mochuelos. Los adultos, en este caso, cuando ven el azor y escuchan el grito se quedan quietos; de este modo enseñan a los jóvenes qué hacer en estos casos.

¿Contáis con algún tipo de ayuda económica para desarrollar este proyecto?

Sí. El proyecto Un mochuelo en cada olivo ha sido financiado durante dos años por la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente; el año pasado lo financió la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid.
Contamos también con el proyecto AgroSOStenible, que lo está financiando la Fundación Biodiversidad y la European Outdoor Conservation Association (EOCA).

¿En qué consiste AgroSOStenible?

El proyecto AgroSOStenible pretende compatibilizar la producción agraria, en cultivos de secano, con la conservación de todas las especies de fauna que viven en este hábitat. Está ligado geográficamente a dos zonas concretas, que son dos ZEPAs (zonas de especial protección para las aves) y dos LICs (lugares de interés comunitario) de la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha. Asesoramos a los agricultores sobre cómo favorecen o perjudican a las aves del medio agrario.

¿Puedes poner algún ejemplo de actuación?

En el parque agroecológico del Soto del Grillo, en Rivas Vaciamadrid, estamos instalando cajas nido para controlar las plagas de topillos mediante lechuzas, cernícalos y otras rapaces. También vamos a instalar estacas de madera para que las aves se posen y puedan, desde la altura, buscar su alimento.