BioCultura ha cerrado con éxito en Madrid un año de ferias en torno a un sector con cada vez más peso en la cesta de la compra. Alimentación ecológica certificada, cosmética, textil, ecoestilo de vida, productos para una casa más sana o terapias formaron el escaparate de la cita anual madrileña, que en este año 2018 ha registrado más de 74.000 visitas. Ángeles Parra, directora de BioCultura, expone a Ecología Cotidiana sus impresiones sobre esta edición.
En la conferencia magistral con la que se abrió la feria, Hilal Elver, relatora especial para el Derecho a la Alimentación de la ONU, comentaba que la agricultura industrial sólo provoca problemas sanitarios, medioambientales, cambio climático, concentración oligopólica del capital y despoblación rural. BioCultura demuestra que es posible ofrecer alimentos sanos (y mucho más) con una perspectiva sostenible. ¿Por qué sigue siendo minoritaria la compra de productos ecológicos?
La alimentación industrializada tiene mucho peso. El gran capital de la industria alimentaria sigue mandando, busca muchos beneficios con poca inversión. Pero sobre todo, lo que está pasando es que falta divulgación y conocimiento. No solamente de los perjuicios que tiene alimentarse con una alimentación industrializada, sino también de los beneficios que supone alimentarse con productos ecológicos. La información tiene que ser en las dos direcciones. Es el trabajo que hace BioCultura desde la Asociación Vida Sana. Llevamos casi cuarenta años, lo que pasa es que nuestros recursos para informar a la ciudadanía son muy limitados. Hasta ahora, ninguna administración ha puesto los recursos necesarios como para hacer una buena campaña de divulgación. Primero, porque no nos han hecho caso. Pensaban que éramos un sector muy minoritario y que cuanto menos estorbáramos, peor. Lo que empieza a cambiar es que ya tenemos un volumen de negocio como para que nos vayan haciendo caso.
El ministro de Agricultura, en la conferencia inaugural de la feria, aseguraba que, a pesar de los excelentes datos que registra el sector, tenemos que conseguir que aumente el consumo interno. ¿Qué les decimos a quienes aún no compran productos ecológicos por su mayor precio?
En primer lugar, nosotros lo que empezamos diciendo es que son más económicos. Nos esforzamos en explicar por qué es así. En primer lugar, porque invertimos en salud, ya que no estamos ingiriendo tóxicos. La propia Organización Mundial de la Salud declara que el 70% de las enfermedades actuales tienen su origen en la alimentación. Por tanto, si nos alimentamos de forma sana, evitaremos cierto tipo de enfermedades como obesidad, cáncer, diabetes, todo tipo de alergias e intolerancias. Por otra parte, los alimentos ecológicos tienen más nutrientes. Es algo que está científicamente demostrado. Por tanto, nos estamos alimentando mejor tal vez con menos cantidad. Cuando uno empieza a consumir productos ecológicos, empieza a interesarse por su dieta. Tenemos que ahorar ahorrar en proteína animal, por ejemplo, e integrar en la dieta las legumbres, que son las grandes olvidadas. Al final, la cesta de la compra no es tan diferente de precio que un alimento convencional.
Por otra parte, el precio de los alimentos llamados convencionales no es real. Se le paga al productor por debajo del precio de coste, con lo que estamos hablando de una economía artificial que no tiene nada que ver con la realidad.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos para exigir a los gobiernos una política agroalimentaria y de gestión de la salud a la medida de las personas y no de las multinacionales?
Presionar como ciudadanos. Nosotros siempre decimos que nuestro voto es diario, con la cesta de la compra. Si presionamos con la cesta de la compra, eso acabará funcionando. De hecho, ya estamos viendo que está siendo así. El sector de los productos ecológicos se está revolucionando con la entrada de grandes multinacionales que han visto un nicho de mercado. Esto, a su vez, presionará a las formas de producción y a las administraciones. Lamentablemente, hay que dar toda esta vuelta para conseguir un objetivo que sería muy facil: es labor de las administraciones públicas velar por la salud de sus ciudadanos y por el futuro de su tierra, de su medio rural y de sus economías locales. En fin, que vivimos en un mundo un poco extraño y retorcido.
¿Qué opinión le merece la campaña mediática que pone en cuestión algunas terapias naturales y alternativas?
Eso es más de lo mismo, diría yo. El lobby farmacéutico es potentísimo. Estamos acostumbrados a que cada cierto tiempo hay un ataque directo a algo. Últimamente está siendo la homeopatía. Sabemos exactamente que es una ofensiva contra una farmacia que no la basada en productos químicos, que da muchos beneficios. Y, por otra parte, una falta por parte de esas empresas que están ejerciendo esa presión mediática contra esas terapias y medicinas, digamos descompensada, porque van por países. En Suiza, por ejemplo, la homeopatía es oficial. En España están diciendo que no se puede vender en las farmacias y que hay que ir contra ella y que desaparezca. Pónganse de acuerdo y a ver si el ciudadano puede ser libre de verdad para utilizar una medicina o terapia, u otra.
Luego, en cada país tenemos una medicina oficial. ¿Es peor la medicina tradicional ayurvédica o la china que la nuestra, basada en productos farmacéuticos con muchísimos efectos secundarios?
¿Y las publicaciones que cuestionan que los alimentos ecológicos sean más nutritivos y sanos que los procedentes del modelo industrial?
Lógicamente, la industria tiene que defenderse. Si estás poniendo en el mercado productos que tienen residuos tóxicos, tendrás que buscar argumentos o científicos que trabajen para tí y que te defiendan. Yo creo que en este momento se está demostrando no solo que los alimentos ecológicos son más sanos por carecer de esos residuos tóxicos, sino que además son nutritivos. Eso es algo que dicen los estudios científicos, pero también el sentido común. Si un producto no lleva residuos tóxicos y además está cultivado de una forma que respeta los ritmos naturales de producción, tendrá más nutrientes; y si encima no lleva fertilizantes para cosechar muy rápido, verde y mantenido en cámaras frigoríficas mucho tiempo para poder venderlo en redes que pueden ser de miles de kilómetros, si todo eso no es así, el sentido común te dice que es más sano. Ya por no hablar de que consumir local también es más sano y medioambientalmente más sostenible.
¿En su opinión, qué papel deben, tener los medios de comunicación para divulgar las virtudes de los productos ecológicos?
Si tuviéramos unos medios de información autosostenibles económicamente, que no dependiesen de la publicidad, con eso te lo digo todo. Yo creo que los medios de información deberían de verdad dar información. Siempre se dice que un periodista es aquel que investiga. El periodismo libre, no dependiente, se está perdiendo. Nuestro sector aún es muy pequeño y tiene poco poder publicitario. Depende de la buena voluntad de la prensa independiente y, sobre todo, de los periodistas que quieren apostar por este tipo de información. Pero eso también está cambiando gracias a que las grandes empresas también tienen productos ecológicos. Ahora mismo, por ejemplo, en televisión hay infinidad de anuncios de productos ecológicos, pero no son de ninguna de esas pequeñas empresas que llevan tantos años trabajando para poner a disposición del consumidor estos productos, sino de las grandes empresas que tienen gamas de productos bio.
El año pasado, aseguraba en una entrevista que no podían impedir la presencia de las grandes superficies en la feria, que querían que no se perdiese la esencia del sector y que creían que el comercio “bio” debería ir acompañado de ética y justicia social. En esta edición no hemos visto representación de las mismas. ¿Casualidad o cambio de criterio?
Llevamos un año y medio de cambios muy profundos en el sector. Nosotros estamos viendo también cual es la mejor estrategia para conseguir que el producto ecológico llegue al consumidor. El año pasado dejamos a una empresa de la gran distribución participar en la feria. Pensamos que era posible realizar esa prueba con Carrefour porque tiene una oferta decidida, un proyecto decidido de apoyo a los productos ecológicos, y a diferencia de otras grandes cadenas de distribución, cuenta con tiendas propias exclucivamente de productos ecológicos. Pensamos que era una gran diferencia con respecto a otras grandes cadenas de distribución, que tienen simplemente producto de marca propia o de otras marcas en sus lineales. Pero nuestra estrategia, independientemente de que estén o no, que este año no hemos querido que estuvieran, pensamos que teníamos que llevarlos a nuestro terreno. Hace cuarenta años, cuando empezamos con el tema de la agricultura ecológica nadie nos hubiera dicho que íbamos a llegar al punto de hoy, a un país que es primer productor de Europa en superficie de agricultura ecológica, que estamos entre los diez primeros países, a nivel mundial, en consumo, hubiésemos pensado que era un sueño. Y lo hemos conseguido. Vamos a darle la vuelta al sistema económico. Ahí está nuestro papel en este momento, ¿qué estrategia es más inteligente, llevarlos a nuestro terreno aunque ellos continúen jugando su juego? Vamos a ponerles las reglas del juego, y creo que estamos en la dirección adecuada, porque hace pocos años estuvimos luchando duramente contra los falsos productos bio, que no eran realmente ecológicos. Todas esas empresas que en aquel momento cometieron ese fraude, ahora sí que se están reglamentando bien, siguiendo la normativa. Les hemos impuesto nuestros criterios. Vamos a seguir creyendo que somos capaces de cambiar cosas en el mundo. A ver hacia dónde nos lleva todo esto.
Moda y cosmética son dos sectores que han experimentado un fuerte crecimiento. ¿Algún día todo lo que compremos será sostenible, o no será?
El textil es la segunda industria más contaminante a nivel mundial. Por tanto, hemos de dar los pasos también en esa dirección. No vivimos solo de comida, sino que usamos un montón de productos. En todos los sectores debe haber cambios profundos. En BioCultura hemos apostado en estos últimos años por cambios también en los productos de higiene y cosmética y en el textil sostenible. Creo que hemos hecho avances importantes, concretamente en la cosmética con proyectos en los últimos años, cofinanciados por fondos europeos. Somos una ONG, una asociación sin fines lucrativos, que durante todo el año trabajamos para que todo lo que luego se ve en la feria sea posible. Nuestro trabajo es de fondo. Llevamos unos años con mucha formación y asesoramiento a empresas que se dedican a la cosmética ecológica. Hemos creado incluso una certificación, un sello que controla y garantiza al consumidor la cosmética ecocertificada.
En el caso del textil sostenible, llevamos aproximadamente un año con un proyecto al que hemos llamado ecofibra, que pretende desde el campo hasta la manufactura y luego la información al consumidor de todo lo que tiene que ver con el textil sostenible. España fue un gran productor de fibra sostenible cuyos cultivos se encuentran abandonado. No solo de algodón, también de cáñamo o lino, por ejemplo, que podríamos recuperar para la producción textil. En eso estamos. Este año, la feria ha mostrado más de setenta empresas de moda sostenible. Creo que conseguiremos grandes retos.
Con los datos que tiene en la mano al cierre de la feria, ¿qué resumen se podría hacer de esta edición de Madrid?
Este año hemos tenido 74.000 visitantes, 750 expositores, con una presencia mayoritaria del sector de la alimentación ecológica certificada, seguido por el sector de la cosmética y el textil, lo que llamamos ecoestilo de vida, que agrupa desde filtros de agua hasta materiales de construcción, productos para una casa más sana, el sector de terapias, etc. Eso ha sido el escaparate de BioCultura.
La valoración es positiva. Tenemos un público cada vez más sensible y más interesado. No es público mirón, viene buscando soluciones y respuestas. Las actividades paralelas, unas 450, han tenido una participación superior a las 20.000 personas, un volumen muy importante. Yo creo que el ciudadano actual está dándose cuenta de que cambiando nuestros hábitos de consumo podemos cambiar. Con muchas pequeñas cosas se pueden hacer grandes cosas.
BioCultura se celebra en seis de las mayores ciudades de España. ¿Cada edición local tiene sus peculiaridades? ¿Hay diferencias entre los visitantes a las diferentes ferias?
BioCultura es la misma en cada Comunidad Autónoma, pero tiene sus diferencias. La próxima edición será ya en marzo de 2019 en Sevilla, donde sí que tenemos cierta diferencia en cuanto a empresas expositoras. Andalucía produce la mitad de los cultivos ecológicos de España. Por otra parte, el consumidor andaluz es el que de alguna manera está un poco en retroceso en comparación con el público madrileño, catalán o vasco. Es una Comunidad Autónoma muy importante, pero la mayoría de lo que produce se exporta. Aún hay poco mercado interno de productos ecológicos en Andalucía. Por eso estamos realizando un trabajo de fondo de acercar al consumidor andaluz. Nos queda un recorrido largo, pero hemos notado mucha diferencia desde la primera edición.
Ahora que termina la edición de 2018, ¿se está trabajando en alguna novedad para la siguiente edición?
Ahora empezamos nueva temporada. Yo creo que en cada Comunidad Autónoma vamos a tomar ideas diferentes. Creemos que donde va a estar la clave el año próximo va a ser en devolverle al sector la ilusión de que hay que mantenerse en la esencia. Todo va muy rápido, el sector está sufriendo muchos cambios, pero no hay que perder de vista que el objetivo de, por decirlo así, el “movimiento bio”, silencioso y pacífico, es dar la vuelta al modelo social que tenemos. Nos vamos a centrar ahí. De hecho, la imagen que tenemos preparada para el próximo año va en esa línea de lucha por la responsabilidad que tenemos de dejar a las próximas generaciones un planeta mejor que el que encontramos. Para eso, hay que trabajar con conocimiento pero también con ética, sin olvidar que detrás de todo lo que hacemos tiene que haber belleza porque, si no, no vale la pena.
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