Del 1 al 5 de octubre se celebrará el I Congreso Online de Casas Saludables y Eficientes. Una cita que reunirá a algo más de 30 expertos en construcción con materiales naturales, eficiencia energética, técnicas constructivas, tecnologías apropiadas y autosuficiencia. Cada jornada contará con acceso libre y gratuito a las ponencias de ese día, previo registro en el congreso.
Cada vez más personas buscan, por motivos de salud o de conciencia, vivir en una casa saludable y confortable. Y es que existe una serie de enfermedades provocadas por el “síndrome del edificio enfermo”, cuya causa la podemos encontrar en los materiales empleados en la construcción, y también en el mobiliario, de viviendas y edificios públicos.
En este post, Igma Pacheco-Rivas, “arquitecto guía” y fundador de la plataforma Abouthaus nos introduce en este I Congreso Online de Casas Saludables y Eficientes y nos aporta interesantes reflexiones acerca de la relación del ser humano con su entorno más inmediato a través de la vivienda, que no solo da cobijo, sino que se ha convertido en nuestro hábitat más esencial.
Igma, ¿cuál es la finalidad de este congreso?
El congreso surge como respuesta a un público que quiere aprender y acceder a información sobre salud y eficiencia energética, dos temas que para mí son los más importantes. Por un lado, cada vez es más caro subsidiar una casa energéticamente, y eso la gente ya se está notando en las economías familiares. Por otro lado, cada vez más personas están empezando a entender los materiales naturales, de la mano de los técnicos, y quiere saber más.
Considero que aprovechar una plataforma online como esta permitirá una difusión masiva y global de los materiales naturales y técnicas que se están recuperando desde una perspectiva de investigación e innovación que permite mejoras en la eficiencia energética y la salubridad de las construcciones.
¿A qué tipo de público va dirigido el congreso?
Fundamentalmente, a autopromotores interesados en conocer más y adentrarse en técnicas constructivas, materiales y ver qué se está haciendo en casas pasivas; también a autoconstructores, esas personas que se ven ignoradas tanto por el Estado como por los técnicos y que sin embargo necesitan apoyarse en estos últimos y reconocer su trabajo; por último, a técnicos: arquitectos, aparejadores que necesitan ponerse en red y conocer qué están haciendo otros técnicos con materiales naturales.
El congreso cuenta con ponentes de alto nivel. ¿Ha sido muy complicado reunirlos a todos?
No tanto, aunque sí es algo que ha llevado bastante tiempo. Llevo unos seis meses trabajando en esto. Está siendo una experiencia muy bonita. Los ponentes que van a participar son gente muy sencilla y sensible, que ha estado encantada con la idea. Todas las personas que entrevistamos son expertos con suficiente experiencia y conocen muy bien este campo. La mayoría ya se encuentra haciendo un gran trabajo de difusión desde sus talleres, conferencias o libros. Quiero aprovechar para agradecer el apoyo de EcoHabitar, que está apoyando el congreso y trabajando conmigo en el diagrama de los temas.
Las ponencias del primer día versan sobre materiales naturales. ¿Tiene sentido afirmar que el mejor material de construcción (y el más ecológico) es aquel que encontramos en abundancia en el lugar donde vivimos?
Eso es clave. Observar el lugar es primordial, pues no todas las técnicas se adaptan a las características climáticas y de disponibilidad de los materiales necesarios. Mirar lo local es muy importante, y es un tema que vamos a abordar en este congreso. Yo creo que la observación del entorno, conocer los materiales a los que tenemos acceso y la disponibilidad de mano de obra es la estrategia más inteligente, algo de sentido común. Usar materiales disponibles en la zona reduce los impactos ambientales, al tiempo que tiene beneficios económicos.
La segunda jornada aborda la eficiencia energética. ¿Cómo podemos reducir la factura con el empleo de materiales y técnicas eficientes de construcción?
Gran parte de la eficiencia energética de una casa se juega en el diseño bioclimático, con el diseño pasivo. El concepto de diseño está un poco contaminado por una visión estética, con la forma el aspecto o el estilo. Yo creo que el diseño es otra cosa. La casa hay que entenderla primero como un sistema activo, interrelacionado, donde hay mucho flujo de energía. Cuando nos metemos al diseño bioclimático, al diseño pasivo, empezamos a usar estrategias pasivas, de diseño, que estén hechas para que ese objeto sea lo más eficiente posible. Yo creo que gran parte de la eficiencia energética se juega en un diseño bioclimático. Es usar el sentido común: mirar la trayectoria solar, los vientos locales, si la casa se levanta, si se baja… Asociados a un diseño bioclimático, pasivo, con materiales naturales (la mayoría de ellos tiene muy buen comportamiento térmico), vamos a aumentar este diseño eficiente. Si a ese sistema le incorporamos tecnologías pasivas, empezamos a tener un objeto eficiente. La clave de la eficiencia de una casa, durante toda su vida útil, va primero por el diseño, después por los materiales y por el tipo de tecnología que empleemos.
En el día 3 del congreso se habla de técnicas constructivas. La bioconstrucción, ¿está dejando de ser la gran desconocida en arquitectura?
La técnica es muy importante. La humanidad se ha hecho en función de la técnica. Ahora, el siglo XX lo vamos a recordar porque –como dice el tango– fue problemático y febril. La revolución industrial tuvo cosas muy buenas, pero también consecuencias imprevistas: los grandes impactos ambientales, el crecimiento desbordado de las ciudades, las periferias, la enajenación del hombre/máquina que empieza a colapsar… En la construcción aparecieron materiales como el hormigón armado, el acero o el vidrio, que permitían la construcción en serie, la rapidez, que nos venían a “salvar”.
El siglo XX opaca la construcción con materiales naturales, que queda asociada al mundo rural. Hoy nos estamos dando cuenta de esos valores que tienen esas técnicas constructivas tradicionales. La gran ventaja es que hoy en día tenemos mucho conocimiento e investigación sobre este tipo de materiales naturales. Vamos a hablar en el congreso de temas como las estructuras de tierra sismo-resistentes, con Gernot Minke, que nos contará las estrategias con las que contamos para estabilizar una vivienda ante seísmos. También en esa jornada presentaremos otras técnicas constructivas como la bala de paja modular, con Ecopaja. Otra charla aborda el bambú como material de construcción, que en mi opinión será –junto con la bala de paja– el material de construcción del siglo XXI.
Otro de los grandes temas de este congreso es la autosuficiencia. En un panorama preocupante de cambio climático, ¿cuánto camino crees que nos queda para poder ser plenamente autosuficientes?
Mucho. En mi opinión, la autosuficiencia requiere que primero se produzca la descentralización de los sistemas. Las plantas centralizadas tienen un gran coste económico y son muy complejas de operar. Hay que ser muy consciente de que el uso de estas tecnologías y el camino hacia la autosuficiencia requiere también un compromiso por nuestra parte. El dueño de una casa autosuficiente necesita un cambio cultural, que obedezca a otra lógica a nivel de sistemas, soluciones y del usuario.
A nivel de una casa descentralizada, vamos a hablar de la captación de agua de lluvia, del tratamiento natural de aguas residuales, de baños composteros. Y en la última jornada hablaremos con Iván Paíno del ejemplo de su casa que, teniendo la red eléctrica y de agua, es autosuficiente por decisión propia. La casa autónoma ya no es algo que solamente se da en lugares aislados. Es posible en medio de una ciudad. Se pueden generar incluso barrios y pueblos autosuficientes.
Por otra parte, creo que no es una pelea de buenos contra malos, sino que se puede optar por soluciones intermedias, como por ejemplo un sistema autosuficiente de recogida de agua de lluvia para nuestra huerta o jardín, o un baño compostero. Lo que sí veo claro es que estos sistemas los veremos antes en las periferias que en los centros. Los cambios parten siempre de las periferias, porque son el escenario más fértil para este tipo de iniciativas.
Exponéis varios ejemplos de casas que ya existen. ¿Cómo podemos inspirarnos y encontrar más información al respecto?
La mayoría de las entrevistas de la quinta y última jornada tendrán imágenes de las casas. Se podrán ver aplicadas todas las técnicas de las que vamos a hablar las jornadas anteriores. Son casas muy cómodas y saludables, que ya están construidas y cuyo coste es equiparable al de una “convencional”, si no inferior. Creo que va a ser muy interesante ver ejemplos y que el arquitecto que ha estado detrás nos cuente cómo la ha hecho, qué problemas se ha ido encontrando y cómo los ha resuelto.
Las viviendas pasivas son un estándar a alcanzar, aunque por el momento no son demasiado populares ni accesibles para todos los bolsillos. ¿Qué recomendación principal darías a todas aquellas personas que están pensando en construir o adquirir su vivienda principal, o incluso una segunda residencia?
No estoy de acuerdo con la idea de que los costes de estas viviendas tengan que ser necesariamente más caros. En la modalidad de autoconstrucción, sin duda va a ser más económico construir con materiales naturales, con la ventaja añadida de que la autoconstrucción suele realizarse en equipos, por lo que hay un ahorro de mano de obra que abaratará el precio final. A nivel de autopromoción, hay que pagar la mano de obra de los bioconstructores. Dado que no hay demasiados técnicos especializados, al existir más demanda de vivienda saludable que oferta de profesionales, es muy importante la formación de técnicos bioconstructores.
Otra cuestión muy importante a tener en cuenta son los costes a largo plazo. Una casa de materiales naturales, acompañada de un diseño bioclimático, que supone una gran eficiencia energética, es una casa que ahorra. El coste de una casa no es solo el del momento de la construcción, sino que hay que tener en cuenta el gasto energético que conlleva la climatización de esa vivienda a lo largo del tiempo. También debemos contemplar la higroscopicidad, la capacidad de las paredes para absorber el exceso de humedad, algo que es muy beneficioso para la salud.
La legislación española obligará, a partir de 2020, a que los edificios de nueva construcción sean de consumo casi nulo. ¿Cómo crees que será la implantación de esta nueva normativa?
Yo creo que hay que ser cautos, puesto que una cosa es la ley y otra la realidad. El técnico tiene que prepararse y saber, pero el conocimiento está. Yo creo que los cambios deben ser paulatinos, graduales. Vamos a necesitar muchos técnicos capacitados. En ese sentido, en este congreso vamos a poder ver a grandes figuras como Minke, que son inspiradores y aportan una energía que moverá a la gente a realizar cursos de capacitación.
Se trata de una gran oportunidad para muchas personas que deberán construir no solo las viviendas, sino también las escuelas, los edificios públicos. También necesitamos políticos y promotores inmobiliarios conscientes, que entiendan que este es un camino inevitable, porque creo que en el futuro no se van a construir casas que no sean eficientes, ni con materiales que no sean naturales. La lógica y los tiempos nos están diciendo que materiales como el hormigón, el acero o el vidrio ya tuvieron su tiempo, porque hoy en día los desafíos son otros. El cambio, sin duda, será lento; pero cuando veamos con perspectiva el modelo de construcción imperante en el siglo XX, la sensación será parecida a la que tenemos hoy cuando recordamos fumando a un doctor en el hospital o a un profesor en la escuela. No hay vuelta atrás, y el camino va a ser muy bonito.
Durante tu infancia viviste en el desierto de Atacama (Chile). ¿Cómo condiciona a un arquitecto vivir en un lugar tan inhóspito y a la vez tan mágico?
Yo he vivido en climas extremos, no solo en el desierto de Atacama; también en la Patagonia y ahora en Canadá. Creo que los lugares extremos te ponen en una situación bastante particular que te hacen relacionarte con el entorno de manera muy diferente. Te das cuenta de que eres algo muy pequeño, de que hay algo mucho más grande (territorio, ecosistema) y que no tienes todo, a diferencia de otros entornos en los que tienes cualquier cosa al alcance de un click. Los contextos extremos, como las crisis económicas o las ambientales, nos permiten hacernos muy conscientes de una serie de cosas que normalmente no se aprecian.
Ahora vives al oeste de Canadá, aunque has recorrido y vivido en varios países de América. De tu experiencia, ¿qué relación aprecias entre el clima, la cultura, la riqueza de los países y las regiones, y el modo de construir?
Es muy bonito convertirse en un observador de cómo la gente vive y se acomoda. La construcción debe y debería responder al lugar, por eso vale la pena ir atrás y ver cómo se construía. La casa vieja tiene algo, tiene sentido común. Hay algo que aprender de la construcción popular, de su relación con el clima, con el territorio… En la Patagonia, por ejemplo, la cocina es el centro de la casa, donde todo ocurre (está el calor, se cocina, se juntan los amigos, se toma mate). En el desierto aparecen los espacios intermedios, un espacio que no es adentro ni afuera, un espacio de una luz tamizada por unas varillas de paja que es muy agradable; se vive más afuera que adentro; se usan los techos de las casas para tender la ropa, hacer la barbacoa, etc. Por el contrario, en Centroamérica las casas se levantan. Y en Canadá, al menos en esta zona tan fría, aparecen espacios que climatizan, donde uno se quita las botas y la ropa de abrigo.
Cada lugar te da pistas. Yo creo que eso hay que observarlo. Hay ecosistemas que no hay que tocar, como el dunar costero. A veces, la naturaleza te dice que ese lugar no está hecho para vivir. El clima y el lugar dicen mucho y hay que mirar cómo se hacían las cosas, porque ahí hay un conocimiento.
¿Cómo es la casa en la que vives? ¿Cómo sería tu casa ideal?
Es una casa muy subsidiada energéticamente. Vivir en un lugar donde se alcanzan los -35º C es duro, la piel se te quema. Mi casa es normal. Está ubicada en una zona con muchos bosques, donde viven muchas comunidades indígenas.
Nuestro gran conflicto es que somos una familia un tanto nómada y desarraigada. Tengo ganas de hacer mi proyecto, pero nos cuesta mucho encontrar el lugar después de haber visitado tantos. Yo tengo un proyecto de vivir en un invernadero, crear un microclima que permita generar alimentación más meses del año. Quiero hacer un modelo casi educativo, representativo, de casa autosuficiente que puede generar su microclima y su alimentación. Esa es la idea que tengo, y el lugar yo creo que va a ser Uruguay. Pero es algo a lo que no me aferro mucho.
Para más información:
Registro en el I Congreso Online de Casas Saludables y Eficientes
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