Martín Urrutia fabrica bibicletas de madera artesanales a partir de piezas recicladas de otras bicicletas. Martín es pensionista, aunque eso no le impide trabajar con ilusión en sus creaciones, así como participar en Bicillecas, iniciativa para ofrecer caminos seguros al colegio en el vallecano barrio de Madrid Sur. Este es el resultado de la conversación que tuvimos en su taller del centro social La Atalaya:
Martín, ¿cómo empezaste a construir bicicletas de madera?
Yo participaba en un grupo de gente aficionada a la bicicleta en el Espacio Vecinal Montamarta, en el barrio de San Blas (Madrid). Tenía mucho tiempo libre, pues soy pensionista, y mi cabeza me daba vueltas. Yo soy muy manitas, y me regalaron un cuadro de una bicicleta vieja. Me dijeron que si la podía reparar y, en una semana, lo tenía listo. Me llamaron para conseguir terminar de construir la bici a partir de piezas de otras bicicletas viejas. Esa fue mi escuela para conocer todos los mecanismos.
A mediados del año pasado, Pepe Castro (socio de Bicillecas) me invitó a venir a este centro social La Atalaya para participar en el proyecto. Ayudé a los chavales que había a organizar un taller de bicicletas. Por un lado estábamos los creadores y, por otro, estaban los mecánicos.
En noviembre del año pasado, presenté un proyecto para fabricar bicicletas de madera. Me dijeron que si estaba loco. Pedí una mesa para hacer mis diseños. Investigué y estudié y dibujé sobre el tablero los planos, para trabajar sobre unos estándares. Tengo también una libreta en la que voy plasmando mis ideas y recopilando información.
¿Cómo se fabrica una bicicleta de madera?
Trabajo a partir de piezas de otras bicicletas, o de cualquier otro objeto que consiga. Así, por ejemplo, la horquilla la recupero de una bici vieja, la corto y le sueldo unas aletas para ensamblar las piezas de madera. Son piezas intercambiables con otras bicicletas que fabrico, como por ejemplo el sillín de madera, el guardabarros o el manillar.
¿Qué tipo de madera utilizas?
Mi materia prima es el contrachapado. Voy tomando láminas y las coloco sobre un molde con la forma del cuadro, les aplico unos sargentos de hierro y dejo las piezas en una cámara de vapor para que vayan adoptando las formas del cuadro. Una vez que les he dado la forma, las voy pegando.
Parece un trabajo muy laborioso.
Yo soy hábil trabajando la madera. La dificultad está en adaptar los mecanismos, ya que tengo que acoplarlos a la estructura de madera. Según he ido construyendo nuevos modelos, he ido perfeccionando las bicicletas (he trabajado en reducir el peso, mejorar las soldaduras, resolver problemas técnicos que van surgiendo y con materiales diversos…).
¿En qué se diferencian del resto?
Su principal característica es su elasticidad; es muy suave, no es rígida como las metálicas, y anda muy bien. Los baches se absorben mejor. Funcionalmente, no hay mayor diferencia. Se adapta a una fisionomía personal. El sillín y el manillar son regulables. Trabajo con los estándares de una bici metálica, aunque mi intención es hacerla más personalizada.
¿Necesita algún cuidado especial?
El único, tener la precaución de no golpearla, ya que puede desprenderse el barniz. Si entra la humedad, la madera se estropea. Teniendo esa precaución, precisa los mismos cuidados que una metálica.
¿Pesan lo mismo?
Son un poco más pesadas, entre uno y dos kilos más, aunque estoy trabajando en quitarle peso. En los nuevos modelos con los que voy a trabajar, socavaré la madera para reducir peso sin perder resistencia en las piezas.
¿Qué dice la gente cuando las ve por la calle?
Se asombran. Se ven muy pocas bicicletas de madera por la calle. Esto es algo que me sorprende, pues sé que en España hay varios fabricantes. Estuve en la fiesta de la bicicleta de Madrid y mi bici fue la única de madera que había.
¿Las bicicletas son para las ciudades?
En mi opinión, las autoridades deberían facilitar la transición del coche y el transporte público a la bici. En países como Dinamarca, su esquema de vida es muy práctico, al tiempo que están muy concienciados en cuanto a medioambiente. En ciudades como Madrid, parece difícil enfrentar la orografía, con muchas cuestas. Sin embargo, esta diversidad rompe la monotonía y permite un disfrute diferente. Es mucho más divertido que pedalear en plano. Las bicis actuales vienen preparadas para enfrentarse a cualquier tipo de cuesta.
¿En qué consiste Bicillecas?
Es un experimento que hemos iniciado y convertido en realidad en Madrid Sur, por lo que somos los pioneros y líderes de esta transformación Madrid. Hemos creado ciclovías, señalizando en el asfalto, para solucionar los problemas en los cruces y evitar atropellos. Queremos motivar a los chavales para que vayan a clase en bicicleta. Estamos convencidos de que hay que dar mayor participación a los niños, para que puedan desplazarse de forma segura a los centros educativos, circulando con los coches y autobuses. Se trata de que los padres tengan la seguridad de que sus hijos puedan llegar sin problemas al colegio. Creemos que el proyecto Bicillecas se puede replicar a otros barrios de la ciudad. Supondrá tanto una mejora de la calidad de la circulación como de la calidad de vida.
¿Qué supone sustituir coches por bicicletas?
En primer lugar, reducir la contaminación. Recuperar una vida más orgánica y abandonar el piloto automático que ponemos al circular en coche (salir de casa, trabajar, comprar, volver a casa…). En ocasiones, incluso no somos conscientes del recorrido que hemos realizado.
¿Qué problemas tiene que resolver una ciudad para que circular en bici sea seguro?
Cuando los urbanistas diseñaron las ciudades, nunca pensaron en la bicicleta. Pensaron más en los automóviles y, hasta cierto punto, en los peatones. La bicicleta queda entre medias del peatón y el automóvil, pues circula a mayor velocidad que los segundos pero mucho más despacio que los primeros. Toda la regulación está pensada en ese sentido. Las vías principales están diseñadas para desalojar rápidamente un tráfico muy grande en horas punta; son excesivamente grandes en momentos de bajo uso, pues las calles quedan casi vacías. El problema básico es que no están planificadas para la bicicleta. Los nuevos modelos tienen que considerar al ciclista como un punto intermedio entre el coche y el peatón, para resolver muchos de los problemas actuales. Esto implicaría limitar un poco el espacio de los peatones y otro poco el de los automóviles, para evitar ralentizar el tráfico de vehículos a motor o molestar a los peatones. Es necesario reestructurarlo todo para tener en cuenta al ciclista.
MÁS INFORMACIÓN:
Puedes ver las bicicletas de madera de Martín Urrutia en el CSOJ La Atalaya, en el barrio de Vallecas (Madrid), situado en la calle Puerto del Milagro, 2.
Para saber más sobre Bicicillecas, puedes visitar su página de Facebook.
Otros posts
» Noticias Destacadas, Protagonistas » Bicicletas de madera artesanales
« Conversación con Juan Miguel,
agricultor ecológico
Kuia lámparas artesanales
de calabaza »